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lunes, septiembre 30, 2024
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Mimiahuápam

La ganadería mexicana de San Miguel de Mimiahuápam, de divisa obispo y oro, se cubrió de gloria en la Feria de San Isidro en 1971. El bravo encierro jugado en Las Ventas el 22 de mayo, marcó un hecho histórico sin precedentes en la distinguida trayectoria del ganadero Luís Barroso Barona, entonces propietario de uno de los hierros más importante de la segunda mitad del siglo XX y trascendente en México: San Mateo. La fundación de Mimiahuápam se remonta a finales de los años cuarenta, cuando los hermanos de idéntico nombre de pila, Barroso Barona y Barroso Chávez promovieron con sus padres la compra de un hato de ganado para llevarlo a pastar a la hacienda del mismo nombre, ubicada en el municipio de Taxco, al norte de Tlaxcala, uno de los estados de mayor solera en la crianza del toro bravo desde los veinte. Mimiahuápam era una próspera finca pulquera de unas 800 hectáreas, donde se trabajaba la tierra con honradez y entusiasmo. En 1947, los Barroso adquirieron la ganadería de Torreón de Cañas, formada con 250 vacas de Torrecillas y varios sementales de San Mateo. Era una ganadería enclavada en Durango, fundada en 1930 por Rafael Gurza Escudero, gracias a la amistad que le unía con los ganaderos zacatecanos Antonio y Julián Llaguno González, aunque era una vacada regional y lidiaba mucho, acudía una vez al año al Toreo de La Condesa con una novillada, y llegó a lidiar dos corridas con éxito en el mismo escenario. Una de ellas fue el 28 de febrero de 1940, y la estoquearon en mano a mano Lorenzo Garza y Luís Castro “El Soldado”, los dos toreros consentidos de Llaguno, que seguramente influyó para que ambos estuvieran incluidos en el debut de Torreón de Cañas. El otro encierro se lidió el 28 de febrero de 1945, en un festejo en que Antonio Velásquez, en sustitución del lesionado David Liceaga, le cortó el rabo al bravo toro “Cortesano” y se llevó la Oreja de Oro en disputa. Al poco tiempo, una vez que las vacas de Torreón de Cañas se habían repuesto en los bien acondicionados potreros de Mimiahuápam, los Barroso organizaron una retienta de todas las vacas, a la que asistieron el empresario y ganadero Antonio Algara y los empresarios de la zona, Jesús Zamora y Daniel Muños. A cargo de las faenas estuvieron “El Rey del Temple”, Jesús Solórzano, “El Ciclón”, Carlos Arruza, Silverio Pérez y Raúl Ochoa “Rovira”. Tras una rigurosa selección, aprobaron 50 vacas, cantidad adquirida total a Rafael Gurza. Dos años duró la sociedad entre los primos, pues en 1949, Luis Barroso Chávez, mejor conocido como “Chacho”, adquirió de Yturbe la postinera ganadería de Pastejé, que en ese tiempo, con su cuota “murubeña”, estaba colocada como una de las ganaderías más destacadas. El cincuenta por ciento de Mimiahuápam se lo vendió a Luis Barroso Barona, que se quedó como dueño. La presentación de Mimiahuápam fue en el desaparecido Rancho de “El Charro” de Polanco, con una novillada. Un año y ocho meses más tarde, se fueron a la Plaza México el 11 de diciembre de 1949, toreándola seis novilleros y comenzando a lidiar en provincia; paulatinamente fue adquiriendo crédito entre los toreros qué sabían  perfectamente de su base genética de una vacada que iba por buen camino. Sin embargo, era necesario aumentar las vacas de vientre y hacer crecer las familias. La escrupulosidad en la selección solo permitía dejar de reproductoras a animales con óptimas condiciones, tanto de bravura como de calidad. Tampoco venía mal acrecentar los sementales, a fin de abrir más las líneas, y fue hacia 1958 que, por mediación del taurino Alfonso López, Luis Barroso tuvo un acercamiento con Antonio Llaguno, quien había heredado San Mateo tras la muerte de su padre. arruzina@hotmail.com

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