Héctor “El Gato” Félix, codirector fundador de ZETA, usaba su libertad plenamente, no permitía que lo limitaran ni políticos, ni magistrados ni tribunales al momento de reflejar en sus textos el sentimiento popular. Junto a J. Jesús Blancornelas fue responsable del nacimiento de este semanario, ambos apoyados por jóvenes reporteros que los siguieron, cuando por ejercer su libertad de informar y opinar en el periódico ABC, fueron despojados en 1979 del medio de comunicación por un puñado de oportunistas apoyados por el entonces gobernador Roberto de la Madrid Romandía y un sindicato priista de piperos. Al restablecer la comunicación con sus lectores en ZETA, Félix abordaba lo mismo nimiedades que problemas de contenido social, conflictos políticos, que temas del corazón en el que tuvieran injerencia o fuesen protagonistas los hombres y mujeres poderosos, notorios y miembros activos de la sociedad bajacaliforniana. Incisivo el redactar, para el sinaloense no existían buenas o malas palabras, y las usaba todas en sus textos. Decían que era mal hablado y escribía como hablaba. Claridoso, no endulzaba ni acostumbraba buscar sinónimo para que sus frases fueran políticamente correctas, “al pan, pan y al vino, vino” y los bajacalifornianos gustaban de la irreverencia de Félix Miranda que le trajo muchos lectores jóvenes, y su columna “Un Poco de Algo” fue material de lectura para todos sin importar edad, ideología o estrato social. Con su particular estilo, informaba, reclamaba las injusticias, buscaba la verdad y el respeto por el estado de derecho. La justicia social para los desfavorecidos. Le correspondió vivir amenazas, intentos y decomisos de ediciones completas de ZETA, balaceras a las oficinas vacías del semanario, conocía las consecuencias del riesgo de ser libre y decidió ejercer su derecho hasta que manos asesinas le quitaron la vida a balazos el 20 de abril de 1988. La investigación de las armas, los autos, y los autores materiales identificados por testigos en la investigación, llegó hasta las instalaciones del Hipódromo Agua Caliente, del grupo Caliente propiedad de Jorge Hank Rhon, donde los homicidas y escoltas del priista se escondieron. Entre 1988 y 1990 la Procuraduría de Justicia del Estado detuvo a los asesinos materiales, Victoriano Medina y Antonio Vera Palestina, y sentenciaron apenas a 27 y a 25 años de prisión respectivamente, a los escoltas de Jorge Hank Rhon. Medina, declaró que mató el codirector de ZETA porque le “profesaba un odio acérrimo” debido a “publicaciones ofensivas en su periódico contra de su actual patrón (Jorge Hank)”. Sin embargo no fue suficiente que las armas, los autos y los matones procedieran del Hipódromo para que Hank fuera investigado. Y la PGJE en la administración de Héctor Terán Terán, cerró el expediente sin que a la fecha, el o los autores materiales hayan sido castigados, 26 años y ocho gobernadores después, la impunidad continúa. En 2004, la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos promovió una revisión del caso para intentar reabrirlo, nuestro editor y abogado Francisco Ortiz Franco fue encargado de leer el expediente para localizar elementos no investigados, pero otras manos arteras le quitaron la vida antes de concluir, y ese proyecto quedó truncado. El reclamo que hoy reiteramos, se publica semanalmente en ZETA, a través de la página 2 de la sección B de este semanario, donde desde 1988, Héctor “El Gato” Félix le pregunta a Jorge Hank Rhon porqué lo asesinó su guardaespaldas; le cuestiona al gobernador en turno, si tendrá lo necesario para capturar a los que ordenaron su asesinato. Hoy en medio de la impunidad y con sus homicidas a punto de obtener la libertad, se reitera: pedimos para Héctor Félix Miranda, que se respete su derecho a la justicia. No más.