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miércoles, octubre 2, 2024
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El ascenso de Cuarón

Alfonso Cuarón pasó su niñez cerca de los Estudios Churubusco y de los Estudios 212, en la Ciudad de México.  Siempre quiso ser cineasta y también astronauta, tal vez influenciado por el hecho de que su padre es físico nuclear. Su deseo se hizo realidad con “Gravity”,  la cinta que el domingo 2 de marzo hizo historia al convertirlo en el primer director latinoamericano en llevarse el Óscar dentro de su categoría. Sin embargo, la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood le salió debiendo al realizador mexicano, cuyo largometraje no mereció un sitio en la categoría de Mejor Guión, por lo que desde un principio la sospecha de una premiación repartida con “12 Años Esclavo” -obra de Steve McQueen que ganó como Mejor Guión Adaptado- era evidente. Qué importa si Cuarón apenas tiene 52 y la vida productiva de un creador de su talla, afortunadamente suele ser larga. Lo más importante aún es que el maestro no está solo. Pertenece a una camada de oro donde también figuran sus amigos Guillermo del Toro, Alejandro González Iñárritu y Emmanuel “El Chivo” Lubezki. En el grupo también está Carlos Carrera, el autor de “El Crimen del Padre Amaro” que le dio a México un lugar en el Óscar como Mejor Película en Lengua Extranjera en 2002, aunque perdió ante “Los Falsificadores”, de Austria. Pero hay dos grandes diferencias entre Carrera y Cuarón y sus amigos. Mientras que el primero se formó en el Centro de Capacitación Cinematográfica y por lo pronto ha decidido quedarse en México, los segundos se conocieron y estudiaron en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos -adonde Cuarón ingresó al haber sido rechazado por el CCC porque aún no tenía 24 años cumplidos- y pronto optaron por picar piedra en industrias fílmicas menos miopes en cuanto a presupuesto y talento se refiere. Para esto Cuarón primero tuvo que obedecer a su madre e iniciar la carrera de Filosofía en la UNAM, porque la señora se oponía a que su hijo se dedicara al cine, vocación que se confirmó desde que a los 12 años recibió una cámara de video como regalo de cumpleaños. Ciertamente esos cimientos filosóficos le sirvieron para buscar historias únicas que no fueron fáciles de contar al principio. De hecho por ahí está la anécdota de su expulsión del CUEC en 1985, cuando colaboró, junto con Lubezki, en un cortometraje de Luis Estrada que tenía por título “Vengeance is Mine”. El problema con esta apuesta es que estaba hablada en inglés, lo cual seguramente caló hondo en los complejos de los maestros del CUEC, en especial de Marcela Fernández Violante, creadora de “Cananea”, un documental sobre Frida Kahlo, “Nocturno Amor que te Vas”, entre otras propuestas fáciles de olvidar. Con un hijo a bordo de nombre Jonás -el ahora coguionista de Gravity”-, Alfonso Cuarón buscó trabajo en un museo y luego se le abrieron las puertas de la televisión con unos episodios de “La Hora Marcada” y el descalabro había probado ser pasajero, aunque quizás decisivo para enfocar la mirada al norte. Pero antes el hoy considerado Mejor Director según la Academia hollywoodense, se dio el lujo de darle a la historia del séptimo arte en este país “Solo con tu Pareja”, una comedia muy distinta que en 1991 y tras una verdadera guerra de financiamiento con el Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE), abordó el problema del HIV-Sida cuando sus colegas estaban ofreciendo lo mejor del llamado Nuevo Cine Mexicano, entre ellos Carrera, con “La Mujer de Benjamín”, Del Toro con “Cronos”, María Novaro con “Danzón”, los ya veteranos Jaime Humberto Hermosillo con “La Tarea”  y Jorge Fons con la versión de la novela de Naguib Mahfuz, “El Callejón de los Milagros”. Luego Cuarón empacó sus maletas y se trasladó a Estados Unidos, donde fue contratado para dirigir “La Princesita” y Lubezki se mantuvo hombro a hombro a él, mientras que Guillermo del Toro encontró un hueco en el cine español que aprovechó para crear el impecable filme “El Espinazo del Diablo” en 2001. Un  año antes, González Iñárritu hizo de las suyas con “Amores Perros”, largometraje que también le dio al país la oportunidad de competir como Mejor Película en Lengua Extranjera, aunque el triunfo indiscutiblemente se lo llevó Ang Lee con “El Tigre y el Dragón”. De todos modos el pasaporte a la meca del cine estaba sellado, por lo que el siguiente paso para el autor fue hacer “21 Gramos”, de ahí “Babel” y luego “Biutiful”. Mientras tanto, Cuarón seguía su camino en ascenso con “Grandes Esperanzas”, fundamentada en el clásico de Charles Dickens, aunque sin mucho refuego entre la crítica, sin embargo, ya preparaba “Y tu Mamá También”, su primera obra maestra premiada en el Festival de Venecia y reconocida con una nominación al Óscar como Mejor Guión Original en 2001. Ya bien acreditado, tres años después Cuarón fue contratado para tomar las riendas de “Harry Potter y el Prisionero de Azkabán” que diversificó una trayectoria después afianzada con “Los Hijos del Hombre”, o bien, “Children of Men”, que en 2006 le mereció su primera candidatura al Óscar como Mejor Director y para Lubezki representó la cuarta de seis nominaciones antes de acariciar la estatuilla dorada el domingo pasado, por su excelsa labor en “Gravity”. También  en 2006, Guillermo del Toro estaba literalmente en los cuernos de la luna con “El Laberinto del Fauno”, cinta que logró tres premios de la Academia por Mejor Fotografía para Guillermo Navarro, Mejor Dirección Artística y Mejor Maquillaje, además de concursar por Mejor Guión y Mejor Banda Sonora. Estuvo muy cerca de arrebatarle el Óscar a la poderosa cinta alemana “La Vida de los Otros”. Resulta interesante anotar que tanto en “El Espinazo del Diablo” como “El Laberinto del Fauno”, Alfonso Cuarón estuvo a bordo como productor. Por su parte, González Iñárritu también estaba muy presente en esa entrega número 79 del Óscar con “Babel”, que fue nominada en siete áreas, incluyendo dirección y película, tan solo para caer ante “The Departed” de Martin Scorsese. Al poco tiempo Alfonso Cuarón inició el ambicioso proyecto para hacer “Gravity”, que terminó con siete preseas de diez nominaciones que obtuvo. Y la lista de éxitos de la 86 edición del Óscar, que tuvo lugar en el Teatro Dolby de Los Ángeles, incluyó Mejor Edición de Sonido, Mejor Banda Sonora, Mejor Montaje, Mejores Efectos Visuales, Mejor Edición, además de Mejor Dirección y Mejor Fotografía para la dupla Cuarón-Lubezki. Con tremendo parte aguas, Alfonso Cuarón se concentra en “A Boy and His Shoe”, una propuesta escrita por su hijo Jonás sobre una niña francesa que se muda a Escocia con su madre, donde se topa con dos chicos escoceses de ascendencia gitana, bastante problematizados. De nuevo tal parece que el destino será un tema recurrente en el cine de un director motivado por temas universales que tuvo que hacer historia fuera de México y que ahora ha sido celebrado en Hollywood por poseer la visión de un genio que se rodea de excepcionales colegas mexicanos en el extranjero, para ubicarse dentro de la generación de cineastas más importantes en el mundo en estos momentos. Así, el futuro sí se antoja fortuito. Desde la meca del cine Parece ser que la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood al fin encontró la manera de hacer una entrega de premios amena, a pesar de durar tres horas y media al aire. En parte, esto se debe agradecer a Ellen De Generes, quien supo llevar la ceremonia con un tono simpático, versátil, con un humor impredecible, pero de buen gusto a la vez, con todo y “selfie” y reparto de pizzas. A diferencia de otras ediciones, no se notó la prisa con la cual los ganadores de las 24 categorías incluidas en el Óscar, estuvieron obligados a rendir sus discursos de agradecimiento. La interpretación de las canciones nominadas, especialmente “Ordinary Love”, a cargo de la banda irlandesa U2 y “Let It Go” de “Frozen”, con la siempre impactante voz de Idina Menzel, fueron momentos para recordar, pero de eso estuvo llena la noche del 2 de marzo. Políticamente correcta como siempre, la repartición de trofeos fue fácil de anticipar desde la primera distinción, que cayó en manos de Jared Leto en el rubro de Mejor Actor de Reparto por su insuperable trabajo en “Dallas Buyers Club”, hasta la última, cuando se decidió que la mejor película del año pasado era “12 Years a Slave”, un trozo de historia americana de alguna manera antes visto, poderosamente dirigido por Steve McQueen, con la actuación ganadora de Lupita Nyong’o por su papel secundario de la esclava “Patsy”,  y la reconocida adaptación del libro de Solomon Northup, realizada por John Ridley. Con el claro afán de que el Óscar se quedara en casa, los votos de los casi 5 mil miembros de la Academia no fueron para “Gravity” de Alfonso Cuarón, fallo que se advertía desde que el guión no fue incluido en su respectiva categoría. “Frozen” en el rubro de Mejor Largometraje Animado y “The Great Beauty” como Mejor Película en Lengua Extranjera eran de esperarse. Lo mismo debe decirse de Cate Blanchett como Mejor Actriz (“Blue Jasmine”) y Matthew McConaughey como Mejor Actor (“Dallas Buyers Club”). Pero mientras se confirmaban todas las sospechas y Alfonso Cuarón se coronaba como el director del año, confirmando lo que el BAFTA y los Globos de Oro ya habían dicho, se tuvo la oportunidad de gozar un buen programa que aprovechó la nostalgia de la era dorada de Hollywood para recordar a los presentes tanto en el Teatro Dolby como desde casa, cómo fue que la meca del cine nació.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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