Seguramente Usted como yo los hemos visto. Son inimitables. Uniforme café chocolate. Escudo con letras amarillas bien bordadas en su camisola y cachucha. Todos calzando negro. Así visten los empleados de United Parcel Service (UPS). La famosa paquetería con servicio mundial. Tan afamada que hasta en los supermercados estadounidenses venden camisetas con el conocido escudo. Les encantan a los chavalos. También cachuchas, pero más estilizadas. Los mensajeros de UPS utilizan el mismo tipo de vehículo en todo el mundo. Totalmente pintados de café con el escudo amarillo. Camioneta cerrada de carrocería cuadrada y alta. Nada de diseño moderno. Hasta parecen un cajón. Por eso empleados y vehículos son inconfundibles. Algunos malignos llegaron a cierta sucursal de UPS en San Diego, California. 14 de abril. Pusieron sobre el mostrador y bien empaquetadita una caja. En la báscula marcó 50 libras. Algo así como 25 kilos. Declararon falsamente el contenido y los empleados confiaron en su palabra. Anotaron nombres de remitente, destinatario y la ciudad, Utica, en el Estado de Michigan. En el rápido traslado el jet de UPS aterrizó en Louisville, Kentucky. Obligada escala. Un perro sabueso de la compañía metió las narices entre los bultos y descubrió: El envío desde San Diego traía droga. Varios empleados revisaron. Estaba atiborrado de marihuana, dólares y joyas. Siguiendo las normas informaron a la policía. Los detectives se apersonaron. Valuaron el envío en más de 100 mil dólares. Tantearon el caso y actuaron como en las películas de James Bond. Se vistieron con el uniforme de UPS. Solicitaron una camioneta y fueron hasta Utica. Tocaron la puerta. Les abrió una señora. Cuando le preguntaron si era para ella el paquete simplemente respondió “…sí. Soy yo”. Todavía le pidieron firmar de recibido. Y enseguidita aparecieron otros policías para completar la tarea. La señora y el esposo fueron detenidos. Sus dos hijos quedaron bajo protección oficial hasta que un juez decida el destino de los padres. La pareja deberá aclarar si son contactos, compradores o distribuidores. No les queda otra. Aparte explicar quién les envió la droga. Y como es normal en estos casos: Si cooperan declarando la verdad y descubriendo cómplices, se informará al juez para que dicte una sentencia más blanda. Entretanto los detectives seguirán la ruta contraria a como se transportó la droga. Así descubrirían a los proveedores. De paso, enterarse quién les envía la marihuana seguramente desde México. Mientras en Detroit la policía no ha informado sobre nombres ni direcciones a la prensa. Indudablemente y como reza la vieja frase utilizada por los veteranos del periodismo: “…para no entorpecer las investigaciones”. Simplemente se sabe de la estrategia muchas veces cacareada y no cumplida. Pero que ahora sí va en serio: Policías, DEA, FBI, oficiales de aduanas, migración y aeropuertos contra el narco. Me atolondra lo que sucedió en varias empresas mexicanas de paquetería. Una, funcionando en la Delegación Gustavo A. Madero del Distrito Federal. Descubrieron mil 306 bultos. En total, una toneladas más 318 kilos con 707 gramos de marihuana. Luego en la Calzada Vallejo 1880. “Transportes Julián de Obregón”. Numerosos envoltorios de plástico. Papel carbón de empaque para engañar revisiones de Rayos X. Guía 743819. Destino: Tijuana. Pero sin nombre o domicilio del remitente. Simplemente “Ocurre”, la palabra tradicional que en correo indica: El interesado pasará por su envío. Todo eso lo leí en el boletín 149 de la Procuraduría General de la República. Marzo siete 2003. Aparte sus agentes fueron a otra paquetería: “Express Santa Fe S.A. de C.V.”, Colonia Industrial Vallejo también. El empaque de hierba fue diferente. Atados con cinta color canela. La guía 97368. Remitente y destinatario el mismo nombre pero sin dirección. Acudirían por ellos a la terminal en Ciudad Juárez, Chihuahua. En las cuatro paqueterías defeñas no pasó lo que en UPS. Los empleados si se dieron cuenta no avisaron a la policía. Pero me imagino cómo fue el descubrimiento. Los agentes federales llegaron “por sorpresa” a las paqueterías. Se fueron derechito a donde estaban los envoltorios con marihuana. Llevaban o llamaron a un agente del Ministerio Público. Dio fe de los hechos. Y sin interrogar ni detener a los empleados, se fueron con el bonche de droga a la PGR. Nunca se les ocurrió disfrazarse de mensajeros. Tampoco avisar a sus compañeros en Tijuana y Ciudad Juárez. Pudieron haberse hecho pasar como empleados para entregar el paquete y detener a los destinatarios. Así los interrogarían. Seguramente se trataba de mafiosillos. Pero de cualquier forma con su confesión se podía llegar a los narcos clave. Esto no es nuevo en la policía. Siempre lo hacen. Y me provoca sospecha. Primero los decomisos no son por investigación. En realidad se trata de informes anónimos. Chismes de mafiosos competidores. O revancha de los propios policías al no recibir su parte. Eso me empuja a imaginar por qué nunca continúan con las investigaciones. En otras ocasiones lo escribí y ahora lo repito. Es lo mismo cuando detienen vehículos en la carretera. Nunca algún agente se trepa al camión hasta el destino. Tampoco lo siguen a distancia. Simplemente entabican al chofer sin investigarlo. Ni siquiera averiguan quién es el dueño y dónde compró el vehículo. Si al contado o en algún plan de crédito. No buscan datos sobre las placas o el permiso para circular en carreteras federales. Nada. Todo termina en un anuncio presumiendo el gran descubrimiento. Decomisan la droga y a quemarla. El camión como miles, está en los corralones. Se volvieron inservibles en lugar de ser usados por el gobierno o rematados al público. Supe de oficiales del Ejército Mexicano. Se disfrazaron. Unos de paleteros, barrenderos y, en algún caso, hasta de corredores mañaneros. Por eso capturaron a los mafiosos. Y cuando descubren un cargamento de droga, deben entregarlo inmediatamente a la PGR. No tienen facultades para investigar. Si no, estoy seguro que se disfrazarían cómo mensajeros de la UPS. Tomado de la colección “Dobleplana, publicado el 22 de abril de 2003.