Lo tuve enfrente y le pregunté: “Señor Gobernador, me ha llegado información de Sinaloa. Sobre todo correos electrónicos. Lo relacionan a Usted con el narcotráfico. ¿Qué me dice? Don Juan S. Millán respondió: “Es lo más repudiado por mí. Es una posición personal de toda mi vida”. Seguí: “También me han mencionado por internet que hay mucha impunidad en Sinaloa. Mucho narcotraficante en la calle. En las taquerías. En las cervecerías…” Sin desaire contestó: “No podemos nosotros poner en duda lo que la gente percibe como narcotraficante. Se ha formado una cultura del narcotráfico no solamente en Sinaloa. Da pena reconocer que el origen viene de Sinaloa”. Esa entrevista fue en Tijuana. Junio pasado. Conozco al Gobernador desde el sexenio zedillista. Pero en los últimos meses sinaloenses por docenas me han llamado y escrito terqueando: “Está metido en el narcotráfico”. “Protege a los Carrillo Fuentes”. Y cuando pido pruebas nadie me las da. Tampoco alguna seña para confirmarlo. Los decires sobre don Juan no son nuevos. Están al parejo con casi todos los gobernadores. Hasta ex presidentes. Unas veces por correo electrónico y otras telefónicamente se han referido a lo mismo: cada presidente detiene a un gran narcotraficante en su sexenio y protege a otro. Hasta me han jurado haberse enterado “…nada más llegan a la presidencia y reúnen a todos los narcos. Les dicen dónde pueden trabajar”. Entonces pido fechas, lugar de reunión, nombres, pruebas. Nadie me las da. Solo “…me lo dijeron y es verdad”. Dudo que los capos se junten. Se me hace fantástico verlos sentaditos con un Presidente. El único hombre que logró reunirlos se llama Miguel Ángel Félix Gallardo. Y él sí les “repartió territorios”. Otra cosa fue que despuesito se pelearon. Los Arellano Félix con “El Mayo” Zambada. Todo por 20 mil dólares. La bronca se extendió hasta “El Chapo” Guzmán. Eso fue en los noventas. Por eso Ramón Arellano Félix salió destapado de su casa en San Diego, California. Derechito a Mazatlán, Sinaloa. Es que le dijeron: “El Mayo” andará en el carnaval. Y allí lo quería tirotear. Pero por pura casualidad la muerte se le atravesó a Ramón. Acuérdense Usted y Tú, Lectores, antes quiso ejecutar a “El Chapo” en el aeropuerto de Guadalajara. De tal tamaño el odio. Por eso no creo en reunión de capos. Eso sí, tengo mis dudas sobre ciertos gobernadores y procuradores estatales. Obligadamente deben estar enterados. Sus policías protegen narcotraficantes. Hay una enorme alcahuetería. Lo sucedido el 11 de septiembre en Culiacán no es para sorprenderse. Oficiales y agentes ministeriales escoltando al hermano de Amado Carrillo Fuentes “El Señor de los Cielos”. Todo el país está igual. De tal privilegio goza en Tijuana “El Tigrillo” Francisco Javier Félix Arellano. Agentes mexicalenses servían a “El Gilillo” Higuera. “El Nacho” Coronel o “El Chapo” tienen apoyos policíacos tapatío, colimense y nayarita. A Carrillo Fuentes, Zambada, Esparragoza y gente de “El Güero” Palma los escoltan en Sinaloa. Policías veracruzanos ayudaban a “El Beto” Quintero. Larga es la nómina en Nuevo Laredo al servicio de Osiel Cárdenas. Esto es posible y va en cadena. Un policía municipal estatal o federal puede amafiarse por sus pistolas o no. Pero a fuerza lo sabe el inmediato superior. Luego la comandancia. Enseguidita cada jefe de la corporación. Más arriba la Procuraduría y de remate el Gobernador. Por eso ningún mandatario se puede llamar engañado. Si es inteligente y tiene colaboradores fieles lo sabrá rápidamente. Pero si su procurador y policías son alcahuetes o tarados le estarán fallando. Por eso el arraigo del comandante Pedro Pérez en Sinaloa se me hace medio raro. Debería estar encarcelado. Los hechos demostraron cómo protegía a Carrillo Fuentes. Hay motivos claros para acusarlo penalmente. Igual Jesús Antonio Aguilar Íñiguez y Martiniano Vizcarra Burgos. Su “renuncia” a Dirección y Subdirección Ministerial huele a pútrida tapadera. Alcahuetería. Deberían investigar al Procurador de Justicia sinaloense Óscar Fidel González Mendívil. No puedo creer ni él alegar ignorancia. Y si así fuera entonces se traduce en incapacidad. En esa misma escala están policías y comandantes municipales. También agentes federales. El Delegado de la Procuraduría General de la República. Que no se hagan. Bien sabían cómo andaban personajes y negocio del narcotráfico. Ni modo que salgan como el marido ofendido. Últimos en saberlo. Lo de septiembre 11 en Sinaloa pocas veces sucedió. Fíjese. 1.- Asociado al narcotráfico ejecutado e identificado. Custodiado por policías estatales en visitada plaza comercial. 2.- La víctima tenía orden de aprehensión. Los policías no se atrevieron a tocarlo. Por eso ni se escondía. Le tenían miedo o les pagaba mucho. Alcahuetería. 3.- Director y Subdirector de la Ministerial públicamente sospechosos. 4.- Procurador obligadamente enterado. 5.- Matones identificados. En fin, así no puede fallar la Procuraduría General de la República. Tiene como nunca todos los ingredientes para cocinar una buena investigación. Aparte es triste decirlo, pero entre más ejecuciones sucedan más fácil. Si se atreve, la PGR puede llegar hasta las más altas escalas del narcotráfico mexicano. Recuerdo cuando Vicente Fox era candidato. Nos visitó en ZETA. Le pregunté por qué con un gobierno panista en Baja California había tanto narcotráfico. Y por qué con un gobierno priista en Sinaloa había más. Su respuesta fue rápida: le echó la culpa a su competidor Francisco Labastida Ochoa. Dijo que solapó a la mafia durante su gobierno estatal y estando en la Secretaría de Gobernación. Ya no lo he visto para preguntarle otra vez lo mismo. Ni modo que Santiago Creel lo esté autorizando. Por lo pronto el Gobernador Millán se aleja públicamente de la contaminación con su declaración al compañero Ricardo Ravelo de Proceso: varias veces avisó del peligro al Presidente. Le sugirió iniciar en Sinaloa una batalla nacional al narcotráfico “…pero no me ha escuchado”. Más: “…solo se ha dedicado a dar escopetazos y se ha olvidado de los tiros de precisión”. Texto tomado de la colección “Conversaciones Privadas” de Jesús Blancornelas, publicado el 21 de septiembre de 2004.