Esta semana, la agencia Moody's elevó la calificación soberana de México a “A3”, de estar en “Baa1”, en base a que considera, las reformas estructurales fortalecerán el crecimiento del país, lo que los analistas financieros leen como un buen indicio para la nación, debido a que da certeza para que los inversionistas estén tranquilos. Pero las buenas noticias de la calificadora estadounidense contrastan con la realidad que al momento vive el país. De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en el primer mes de 2014 el índice de confianza del consumidor cayó en 15.5 por ciento respecto del mismo periodo, pero de 2013. En términos simples, los mexicanos gozan en este momento de suficiente solvencia para gastar. De acuerdo con el economista Rubén Roa, la afectación directa en la disminución de dicho indicador significa que el país no crecerá como lo tenía previsto. “No vamos a crecer al nivel esperado. Ahorita deberíamos de traer tasas de crecimiento de por lo menos 3 por ciento. Nos impacta negativamente. Por darte un dato, el Índice de Confianza del Consumidor lo traemos en 84.5 puntos, el año pasado era de 95.5, en febrero. Y un dato que me salta a la vista es el componente del Índice de Confianza del Consumidor relacionado con la intención de los miembros de una familia de poder adquirir inmuebles, electrodomésticos, electrónica; en la actualidad es de 69.3 con respecto a 82.9 que traíamos en enero del año pasado. No es un dato de opinión, sino de comportamiento de las familias, lo que quiere decir que la gente está deprimida y no hay expectativas de comprar insumos, artículos que permitan dinamizar la economía en su conjunto. Es un dato que por sí solo, habla de la economía familiar”, expuso el especialista. Por otro lado, y de acuerdo al titular del Consejo de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP), el origen de la situación que priva en el país está relacionado con dos puntos: la decisión Estados Unidos de no inyectar tanta liquidez en su economía, y las reformas estructurales. “Aunque hay visos de recuperación de dicha economía, vemos un impacto en la economía mexicana a partir de la decisión que tomó la FED, de no inyectar tanta liquidez en la economía americana. Lo que tiene nos impacta, pues somos una economía pequeña y abierta. Las afectaciones se dan en el tipo de cambio y la disponibilidad de liquidez. Ellos tienen una política monetaria menos expansiva, en tanto que la política monetaria mexicana es ortodoxa, se privilegia la estabilidad de los precios por encima del crecimiento económico”. Lo anterior se suma a las nuevas reformas financieras que generan cierta decepción entre las empresas de mayor tamaño, sobre todo en la industria vinculada al sector exportador. Entonces se da una especie de caída en los índices de comercio del sector productivo y del consumidor. Roa agregó que aunque hay señales de debilidad en los mercados financieros, sobre todo en la baja de la Bolsa de Valores de Dow Jones en la presente semana, lo que tuvo impacto en mercados cambiarios y en economías más subdesarrolladas. Además de que hay factores macroeconómicos sólidos en el país, por lo que se diluye la posibilidad de una devaluación.