Después de varios años de escribir la columna, estudiar sobre la violencia y la atención en consulta, he llegado a una teoría que no tengo pruebas contundentes pero sí presunciones de que la violencia que se genera en una persona es originada principalmente por la mamá, esto en virtud de que los hijos básicamente se educan con ella, trabaje o no. Los hijos siempre tienen presente a la mamá mientras que el papá poca participación tiene con ellos, sobre todo en la educación familiar/doméstica y de llegar a darse es cuando los niños ya están algo grandecitos, quizás alrededor de que entra a la escuela primaria cuando es que los padres empiezan a interactuar con ellos. Sabemos que al hijo se le permite mucho más que a la hija en la mayoría de las cosas en las que tienen participación activa, sabemos también que al hijo se le exige menos que a la hija, principalmente en las labores del hogar, llámese limpieza, arreglo de ropa, comida, y si de atención del uno al otro se trata, a la hija se le pide en el mejor de los casos, y en el peor se le exige que atienda al hermano (servirle de comer, arreglar su cuarto o ropa, etc.), y así es como van formado el patrón de conducta de la mujer frente al hombre. Ahora bien, al ser mayores las exigencias a las hijas, y que a los hijos se le trata más condescendientemente, esa formación/educación en la edad adulta se repite con los hijos que habrán de tener hasta que conforme se va formando el criterio de cada uno de ellos y ven que en algunos casos esa forma de ser es perniciosa o negativa, van cambiando de actitud y la formación/educación de sus hijos llegará a ser algo diferente, mas habrán de pasar algunas generaciones para que esto se dé. Una vez hecha las consideraciones anteriores, al ser la madre la que está siempre presente con sus hijos, aunque ésta trabaje o no y ante la carga abrumadora que es la de llevar el hogar, la educación de sus hijos y la atención a su marido o pareja, los momentos de tranquilidad llegan a ser pocos y ante ello llega la desesperación, frustración y otros sentimientos negativos al no poder llevar tanta carga por lo que su conducta se vuelve violenta (no con todas obviamente), o tal vez ocasionalmente, lo que desemboca en el trato a sus hijos que por más que los quiera las llamada de atención se dan a base de gritos al querer imponer orden y dictar las reglas de casa. Y al no cumplirse éstas, se vuelve violenta, regañándolos, maltratándolos, etc., lo que se convierte en la forma de vivir y tratar en casa. Estas formas de conducirse son manifestaciones de violencia, afectando en mayor o menor grado a los hijos y éstos aprendiendo que esa es la forma de vivir y tratarse en casa, y si existen discusiones con el papá les corrobora lo anterior. El padre al estar más tiempo fuera de casa y no convivir permanentemente con sus hijos, el poco tiempo que convive con ellos se la pasa en tratarlos mayormente con cariño, empatía y dulce con ellos y si en un momento la madre le comenta lo mal que según ella se portaron sus hijos con la idea de que les dé una reprimenda, éste en cambio no tiene o siente la necesidad para llamarles la atención o regañarlos, que en el peor de los casos sería regañarlos cuando el evento que ocasionó el enojo ya pasó y éstos se sentirán extrañados del porqué su papá los regaña o maltrata si con él no hicieron nada mal, lo que puede ocasionar que la madre se enoje con el padre porque no la apoya o ayuda en la educación de sus hijos. Hay madres que consideran que gritándoles a los hijos es como ellos hacen caso, cuando realmente el tratarlos así es fomentar la violencia que ellos manifestarán al crecer. Gracias como siempre a mis dos que tres lectores por sus consultas y comentarios al teléfono 684-9647 o al e-mail: bautista46@hotmail.com El autor ejerce su profesión en Tijuana, B.C.