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jueves, septiembre 19, 2024
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La Iglesia en Tijuana

Nació en Mexicali en 1926 y por la persecución religiosa fue bautizado en Caléxico, California. Desde niño reside en Tijuana, y fue ordenado en Roma por el Papa Pío XII en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Es el sacerdote tijuanense Alfonso Che Fimbres, uno de tantos sacerdotes ejemplares de la diócesis de Tijuana. Que aunque está cumpliendo cincuenta años de vida diocesana, la presencia católica se remonta al 6 de octubre de 1683, con la primera evangelización iniciada en el presidio de San Bruno por el jesuita Eusebio Francisco Kino (1645-1711). La Arquidiócesis de Tijuana está cimentada en la evangelización fundante de los misioneros jesuitas, franciscanos y dominicos. Desde 1939 los Misioneros del Espíritu Santo y desde 1964 el clero diocesano. Incontables páginas de historia había que considerar para dar una breve idea del trabajo que se ha realizado en esta Iglesia particular del Noroeste de México que ha tenido obispos como don Alfredo Galindo y Mendoza de Ciudad Guzmán, Jalisco; Juan Jesús Posadas Ocampo de Tarimoro, Guanajuato; Emilio Carlos Berlié Belaunzarán de Aguascalientes, y el Sr. Rafael Romo Muñoz de Torreón, Coahuila. La Iglesia en Tijuana tiene un largo historial de bondades y méritos. Podemos referirnos a uno en especial, durante las lluvias de enero de 1993, que sorprendieron al gobierno municipal del Arq. Osuna Jaime. La Diócesis, su obispo, sacerdotes, laicos y seminaristas, “salvaron” prácticamente a cientos de miles de personas atrapadas por las intensas y constantes lluvias. En los cañones, en las montañas, en el Matamoros, en casi todos los rincones de la gran ciudad, cientos de seminaristas día y noche, coordinados desde el Seminario Mayor por su rector el padre Salvador Cisneros Gudiño, llevaban ropa, alimentos, agua, calzado, medicamentos, y ganas de vivir a miles de ciudadanos obligados a caminar entre lodazales y lluvia permanente durante casi veinte días. En ese año 1993, la iglesia diocesana acompañó a su pueblo. El pastoralista Arturo de la Torre, sacerdote, consideraba que aquel operativo había sido “el mejor curso de pastoral social” recibido por los seminaristas. Tráileres con víveres procedentes de Canadá, Estados Unidos y México, y filas de carros, camionetas y pickups, procedentes de California y de Tijuana, fueron una presencia eminente del Espíritu Santo en los buenos corazones de donadores de todo calibre. Del Semanario Diocesano Presencia, fundado hace más de 25 años por el padre Eduardo Ackerman Durazo, pueden extractarse admirables historias de la vida de la Iglesia tijuanense. El ejemplo de caridad en la Penitenciaría de La Mesa a cargo de la Madre Antonia, presencia misericordiosa de Dios con los presos y narcotraficantes. De ella escribió Jesús Blancornelas, fundador de este Semanario ZETA: “Es un prodigio: la Madre Antonia va con la gente y la redime. Está conmigo, me bendice y abraza; poco después va y abraza a un narcotraficante; es su labor y su forma de pensar y todos, los narcos y yo, la amamos. Ella es un milagro que se repite todos los días” (El Ángel de la Prisión, de Mary Jordan y Kevin Sullivan, premio Pulitzer). Tres Cristos monumentales motivan la fe de la gente: el Sagrado Corazón más grande del mundo, enclavado cerca de Rosarito en el inmenso Océano Pacífico; y otras dos enormes imágenes de Jesús: rumbo al aeropuerto, y una más hacia el Oriente de la ciudad. Baja California es una tierra de oportunidades. Tijuana en especial. Federico Campbell, uno de sus poetas, ha escrito que hay “tres Tijuanas”, la de los migrantes, la de los de la mala vida, y la Tijuana de los tijuanenses. Ciudad de oportunidades. En ella fundó la Madre Teresa de Calcuta su primer seminario para sacerdotes en el mundo. Cerca de la central camionera, el comedor para migrantes San Juan Diego, una entre las más de 500 obras que dirigen las misioneras y misioneros de la caridad en la tierra. Si la Madre Teresa quiso a México, atención especial tenía por Tijuana a la que visitó muchas veces a pesar de su salud. Mucho hay que agradecer a Dios por las bendiciones que ha derramado y seguirá derramando en esta porción del Pueblo de Dios. Tijuana.   Germán Orozco Mora reside en Mexicali Correo: saeta87@gmail.com  

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