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sábado, febrero 17, 2024
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La élite

Las cúpulas en los gobiernos de México, de suyo han sido una clase privilegiada. En el Poder Ejecutivo, sea la Presidencia de la República, el Gobierno del Estado o Ayuntamiento alguno, quienes llegan a encabezarlo, pasan a convertirse en seres privilegiados, intocables. Ceden muchas de sus tareas, incluso las personales, como manejar su carro, pagar sus cuentas, llevar su ropa a la lavandería, hacer cuentas, ahorrar, y con ello, pierden la sensibilidad social. Terminan los líderes del poder público y político, en una burbuja gubernamental que poco les permite ver la realidad de lo que sucede en el país, el Estado o el Municipio. Entonces le dan la espalda a quienes pidieron el voto para llegar a la posición en la que se encuentran. Vaya, con sueldazo, seguro de gastos médicos mayores, cobertura de vehículos, casa, ropa, gasolina, alimentos, telefonía, vacaciones, viáticos y todo lo necesario para vivir, sobrevivir y trabajar, los gobernantes se alejan del ciudadano común a quien juraron proteger. ¿Cuándo fue la última vez que Usted vio a Enrique Peña Nieto rodearse de ciudadanos diversos, y escucharlos? Normalmente vemos al Presidente de la República en actos orquestados por otra élite de políticos, secretarios particulares, privados y miembros del Estado Mayor Presidencial, que lo último que hacen, es acercar al mandatario al pueblo. De igual manera, los convidados a los actos presidenciales, son invitados especiales. No cualquiera entra a un acto de gira presidencial, porque la mayoría, de hecho, son encuentros cerrados. De difícil acceso al ciudadano común y corriente, y con necesidades. Esto viene al caso no por la fiesta que hace unos días celebró el panista y senador Jorge Luis Preciado en una terraza de la Cámara Alta, con todo y mariachis, bebidas alcohólicas, cantada y comida, en un exabrupto que más allá de la crítica y la obligada disculpa que le exigió su partido, lo ha ubicado como un político insensible y abusivo de los recursos de la nación; pero no, ese no es el caso en referencia. Es otro. El jueves 6 de febrero, sin avisar con antelación, sin preparar agenda pública, sin convidar a la sociedad o convocar a los sectores empresariales, sociales o políticos de la región, arribó a Mexicali el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, con todo su séquito, para sostener en esta entidad una reunión con gobernadores, secretarios de Estado, comandantes de Fuerzas Armadas, sobre el tema de la seguridad. Un día antes, se conoció el asunto de la visita del General Salvador Cienfuegos, secretario general de la Defensa Nacional. En un intento de obtener más datos para informar a los lectores, se consultó a personal del Gobierno del Estado, incluso al director de Comunicación Social, Roberto López, pero dijo no saber nada al respecto. No informaron, no convidaron. A la espera del General Cienfuegos, arribó todo el contingente de Gobernación que acompaña a Osorio Chong y los gobernadores de Sonora, Chihuahua, Baja California Sur y Durango. Hasta el Comisionado Nacional de Seguridad, todos de “improvisto” para los bajacalifornianos, llegaron a buen hotel para reunirse. De lo que ahí se diga, haga, concrete, accione y planee, poco o nada sabremos los mexicanos que cubrimos los gastos de todos esos gobernadores, secretarios, comandantes, almirantes y comisionados, que llegan, se encierran, acuerdan y se van. Esa no es manera de tratar a una sociedad que ha sido afectada por la inseguridad. Encerrarse en paredes supervisadas por cientos de policías federales, soldados, marinos, estatales, preventivos, municipales, no es manera de escuchar a una sociedad que tiene sus necesidades más allá de los planteamientos de un gobierno insensible. Para eso, para encerrarse todos en una habitación y acordar entre ellos, la reunión no tiene que ser en Baja California, sino en cualquier búnker federal. Y si para el caso resultara que lo último que les interesa atender a los gobernantes y los ayudantes de los gobernantes, es al ciudadano común, al empresario organizado. El gasto inútil de una gira para esconderse en un hotel, es una grosería para cómo está el ambiente en inseguridad en indistintas regiones de México. De nada ha servido que el secretario de Gobernación venga a Baja California, si su marco de referencia es el gobernador y la carretera por la que viajó en camioneta blindada, desde que se bajó del avión, hasta llegar a la sede de la reunión a puerta cerrada. Insensibilidad es lo que caracteriza a estos funcionarios del gobierno de Enrique Peña Nieto, insensibilidad que es contagiada a los gobernantes de los estados, quienes lejos de ejercer la autonomía y soberanía que la Constitución les concede, se mimetizan en el presidencialismo priista que hoy día impera en la nación. Sí, vino el secretario de Gobernación, el secretario de la Defensa, el Comisionado de Seguridad, los gobernadores de cuatro estados, pero eso, a los bajacalifornianos, de poco o nada les sirve. El alejamiento del gobierno sobre el ciudadano, es un caso grave en México. La élite presidencial, vive aparte.  


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