Con mándalas, murales y pañuelos blancos bordados con los nombres de cada uno de los desaparecidos, familiares y comunidad del Ejido Maclovio Rojas, al Este de Tijuana, levantan un santuario en el mismo sitio en el que Santiago Meza, “El Pozolero”, disolvió en ácido al menos 300 cuerpos. Los pañuelos acordonan el lugar de uno de los sitios en el que el colaborador de Teodoro García Simental, deshizo durante 2008 centenares de cuerpos, por un salario de 600 dólares a la semana. A un costado del cuarto rústico usado como crematorio, justo sobre las dos fosas de dos por cuatro metros en las que vertió el líquido de los restos mortales de las víctimas, se colocaron dos mándalas de la misma dimensión, de reconstrucción, reencuentro y reconciliación de las familias con sus seres queridos y la sociedad. Apoyados por el Instituto de Investigaciones Culturales de la Universidad Autónoma de Baja California y la comunidad del Ejido Maclovio Rojas, el inmueble de 16 por 70 metros cuadrados “está siendo dignificado”, compartió Fernando Ocegueda, representante de la Asociación Unidos por los Desaparecidos de Baja California. En el sitio se escribieron preguntas como: ¿Qué pasó aquí?, ¿Dónde estás? y ¿Qué pudo suceder?, interrogantes de las que las familias aún buscan y esperan respuestas.