Todo lo que existe en esta vida, cambia continuamente. El ser humano, las riquezas, nuestro cuerpo, el clima, los placeres, etc. Y así se podría decir de una lista interminable. E igualmente pueden cambiar las relaciones personales, llámense de amistad, de trabajo, de estudios y hasta de amor, pero el cambio personal consigo mismo es y debe ser para tratar de ser o seguir siendo feliz, ya que la felicidad depende de uno mismo y de nadie más, uno determina ser feliz en cada situación y momento de su vida, pues si la felicidad dependiera de otra u otras personas, cosas, o circunstancias, se tendrían serios problemas. Pueden llegar a ser felices aunque estén enfermos (los que lo logran se alivian más prontamente), asimismo se puede ser feliz aunque haga calor, no se tenga dinero, haya sido insultado, no valorado, inclusive si alguien no lo ama. Ser feliz es una actitud ante la vida. Muchos cuando se deciden casar o vivir juntos aceptaron a su pareja como era, tanto física (atractiva) como emocionalmente, lo cual los llevó a enamorarse y decidir vivir juntos para siempre, felices pues estaban y al decidirse casarse, todo ello los envolvía en un glamour, se sentían soñados, andaban en las nubes en los preparativos de la boda (etapa más emotiva de toda pareja). Sin embargo, al casarse y comenzar a convivir juntos iban descubriendo que habían otras cosas de su personalidad que no conocían, que no gustaban, ciertas actitudes, que uno y otro trataron de cambiarlas, trayendo como consecuencia conflictos, peleas interminables y momentos muy desagradables. Algunas parejas empezaron a darse cuenta de que todo aquello que habían pensado y soñado que iba a ser su matrimonio o relación, no era propiamente lo que querían, pero ante la reflexión de qué hacer, si vivir eternamente así, separarse o continuar, comenzaron a cambiar y a tratar de entender que lo mejor era aceptar a su pareja como era ya que así la habían conocido, atraído y amado, mostrando capacidad de empatía y tolerancia porque no querían perderla ya que la amaban y los hacía feliz, siempre y cuando no quisieran cambiarla, aprendiendo a disfrutar de las mismas cosas que le gustan de su pareja y aceptar las que no le gustan. Toda pareja debe de entender y aprender que se casaron con un ser humano con defectos y virtudes, como también uno y otro los tienen, que cargan con diferentes problemas y quizás traumas, ya que bien o mal todos traen en menor o mayor medida resentimientos, frustraciones, complejos, maltratos, pobre autoestima, malos hábitos, carencias afectivas y tantas otras cosas más, que si no se aceptan como propios menos se van aceptar en la pareja, de lo contrario todo terminará en una separación, divorcio o siendo una pareja disfuncional. Re-aprendan a conocer a su pareja y verán que hay muchas cosas por las cuales tener y seguir teniendo admiración de él o de ella que los hace feliz, eso les enseñará a ser menos exigentes y a ser más comprensivos y tolerantes, recuerden de que el amor es una decisión, y ustedes decidieron amar a su pareja tanto en las buenas y en las malas, vean lo extraordinaria que es, ámenla todos los días de manera incondicional, recuerden que la felicidad es un estado de la mente, no se es feliz en tanto no se decida serlo. La felicidad no depende de lo que pasa alrededor, sino de lo que pasa dentro de uno mismo. La única manera de sembrar la felicidad es compartiéndola con alguien. Nada no es felicidad si no se comparte con otra persona y nada es la verdadera tristeza si no se sufre completamente solo. Amor es encontrar en la felicidad de otro su propia felicidad. El secreto de la felicidad consiste en exigirse mucho de sí mismo y nada de los demás, así que usted decide ser feliz y vivir en armonía por siempre, todo cuesta así que a echarle muchas ganas. Gracias como siempre a mis dos que tres lectores por sus comentarios y consultas al teléfono 684-9647 o al e-mail: bautista46@hotmail.com El Licenciado Roberto Bautista ejerce su profesión en Tijuana, B.C.