El jolgorio de las fiestas decembrinas, del año nuevo, de reyes y demás celebraciones de este primer mes del 2014, se fue apagando, su ruido se fue convirtiendo en murmullo de silencio, ante una cruda realidad que desnuda el dolor de la pobreza, la marginación y el desamparo de una sociedad de alarmante desigualdad social. Realidad que con mentiras y discursos cuyas palabras suenan huecas, pretenden ignorarla los políticos de la alta burocracia, entre ellos la partidocracia y sus voceros, los legisladores, dispuestos a no arañar en lo más mínimo el statu quo que disfrutan celebrando, comilonas y derroches ajenos a sus bolsillos, privilegios que reciben a cambio de subordinarse ante el señor presidente, como se hizo cada sexenio por más de 70 años, a la sombra del poder del Partido Revolucionario Institucional, que volvió a sus andadas. Ante un panorama catastrófico en el que los constantes aumentos a los precios de los alimentos, medicinas, servicios públicos y todo lo necesario para subsistir, tiene como eco el lamento de una población desinformada, marginada, desilusionada, inconforme pero a la vez sin decidirse a participar en unidad en una protesta pública, de ninguna manera en marchas y mítines, que les valen, sino en acciones que lesionen intereses económicos y políticos, de los culpables de la situación de pobreza que afecta a la mayoría de la población. Es algo casi imposible dado a la información tendenciosa, que se sirve del poder de los medios televisivos y radiofónicos para no permitir la democracia y evitar el pensamiento crítico, factor de cambio social, económico y desarrollo de una sociedad íntegra y organizada. Tenemos a cambio absurdos que únicamente pueden sostenerse en la corrupción e impunidad de un país manejado por esos vicios desde arriba hasta abajo. Así constatamos el absurdo de las reformas hechas a vapor, cuyos efectos hemos ya, y estamos constatando, en la desesperación de las amas de casa, obligadas a comprar menos alimentos y más carencias, con un ingreso que lejos de lograr el más mínimo aumento, no únicamente se reduce, se desvanece con el incremento a impuestos que la alta burocracia política del país, necesita para engordar su desenfrenado apetito a gastar, a dilapidar los recursos públicos. Nuevos impuestos aprobados en la reforma fiscal que entró en vigor el 1 de este año 2014 y deberían afectar a los ricos, en cambio golpean inmisericordemente a los pobres; impuestos a la electricidad a pesar de que en los spots del gobierno federal, anuncian que gracias a la reforma energética, van a bajarle el precio y ya lo aumentaron, como lo están haciendo con la gasolina, el gas, y demás energéticos, factores que impulsan el incremento a los precios de los alimentos, servicios públicos y artículos en general. Para los jilgueros del sistema, los nuevos impuestos cuyo único propósito es recaudatorio y solo sirven para tapar los huecos que dejan las nuevas autoridades que los heredan, los aceptan y los cubren porque son parte de las reglas del juego de “me cubres para después cubrirte”, impuestos que les parecen pequeños, sin embargo según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política en México (CANEVAL), forman parte de una estrategia de aumentos de precios en los últimos tiempos, que han contribuido a perpetuar el gran número de pobres en el país; los números para el tercer semestre de 2013, muestran que la proporción de gente que no alcanza el monto mínimo para alimentos de primera necesidad ha aumentado en un 13% en toda la nación desde 2010 y el 21% en centros urbanos. Los nuevos impuestos y los aumentos a los precios para alimentos afectan particularmente a los pobres, ciudadanos se han negado a pagar algunos de estos impuestos, se publicó un video en el que se observa a una mujer que rechaza pagar el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) del 8% aplicado a Nutella, la cual fue clasificada como chatarra; en cambio el Servicio de Administración Tributaria (SAT), amenaza: “Si no quieren pagar a deudores, serán anunciados en la lista negra”, tienen la forma de cumplir sus amenazas, a los contribuyentes cautivos les imponen derechos e impuestos ilegales y para colmo para que los paguen obligatoriamente las empresas privadas. Prácticas de soborno y corrupción, que ocurren normalmente, principalmente para ganar contratos, como el del alumbrado público, el de los centros de verificación vehicular, entre tantos más, que de servicios públicos los adjudicaron a la iniciativa privada, como empresas de lucro el costo será mayor, pero como la población impositivamente paga, lo que importa a quienes los otorgan, es sacar una gran tajada para los bolsillos, en lo oscurito, sin informar, menos auditar. ¿Por qué no iniciar en este Tecate bonito una protesta que duela a los culpables de tanta corrupción? No pagar lo que por justicia y por derecho es ilegal sería una forma de hacerlo. Los grupos opositores a tantas injusticias, ninguneados de siempre, ¿qué opinan? Concepción Vizcarra de Arámburo es luchadora social y reside en Tecate, B.C. Correo: concepcion_vizcarra@hotmail.com