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domingo, octubre 20, 2024
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“El país de los hombres solos” (Primera de dos partes)

“El país de los hombres solos” es un ensayo que escribo desde 1988. Su primer boceto fue publicado por Editorial Diana, México, D.F., 1992. Fue publicado un segundo boceto por Bajandes Editores, Tijuana, B.C. en 2008 que se distribuyó en todas las universidades reconocidas de México y América Latina, Estados Unidos, España, Portugal, Francia, Italia, Inglaterra. Recibí cartas personalizadas de 52 rectores, vicerrectores y directores quienes muy cortésmente agradecieron la donación. Es revelador que las contadas críticas recibidas a través de estos años contienen resonancias del siglo XIX. Padecen de raquitismo histórico, romanticismo y esperanza. Carecen de visión y objetividad. Debaten sobre teorías no sobre escenarios. Son de personas que esperan sentados en la poltrona un futuro sin clases y en armonía. El conocimiento reflexivo, seguro y frío de los hechos de la realidad está ausente. He confirmado que el temor romántico de literatos, críticos, militantes, editorialistas, dialécticos y filólogos de fantasear sobre proyectos, programas insensatos, ocurrencias, prontuarios y discursos no son más que manifestaciones inútiles que llegó a conocer cualquiera otra cultura en una época análoga a la que vivimos y que no pasa de ahí, de que investigadores de pequeña talla puedan escribir un libro en cualquier época tardía, como la nuestra. Lo que buscan nuestros contemplativos e idealistas, es una cómoda concepción del mundo, un sistema que les lleve el convencimiento, una disculpa moral de su miedo a los hechos. Mi trabajo es para el observador desnudo que prefiere enfrentar los hechos como son. Ensaya sobre la vida y la condición humana. Y para la vida no hay ninguna verdad, tan sólo existen hechos. Para ella nada es universal y nada es eterno. Y el hombre es un animal de rapiña por naturaleza. Estoy por desprenderme de ese esfuerzo que con el tiempo se ha transformado en un compendio más o menos anudado. Es una manifestación imperfecta de lo que aparece claramente ante mis ojos. Gira alrededor del hombre activo y no crítico. Su objetivo fue conseguir una imagen del mundo en que vivimos y no un sistema del mundo en el que podemos pensar. No habla sobre lo que debería ser sino lo que es. No profesa, mira. Ni acusa, ni defiende, ni ataca, ni rechaza, ni desea, ni sueña: visualiza. Está escrito en un lenguaje que trata de reproducir con imágenes sensibles los hechos y las relaciones en lugar de plantearlas por conceptos. Es una exposición intuitiva de los grandes problemas de la realidad. La actividad existe en las cosas y para las cosas, no utiliza demostración alguna y raras veces la concibe. El tacto fisionómico conduce mucho más lejos de lo que sería capaz cualquier método consiente. “El país de los hombres solos” es una especie de memorias prácticas. Tiene una particular mirada expresada en ejemplos pues un pensamiento basado en la experiencia e intuición sólo de esa forma puede ser especialmente comunicable. Ello presupone, por lo que tiene de acientífico, una extraordinaria comprensión. Se debe leer entre líneas. Plantea hechos, no creencias. Mira la naturaleza viviente, no el academismo inerte. Habla de toma de decisiones, no de dialéctica. Está en contra de nada y de nadie: ve y mira desde la altura intemporal las formas orgánicas de la historia y el ciclo de los tiempos que nos ha tocado vivir. Contempla la condición humana. Propone desvincularnos de todo interés personal para mirar objetivamente el sino de una nación como la actora principal en el tránsito de las soberanías constitucionales a las personales sin forma y que se encuentra cumpliendo con la etapa expansiva –imperial– del gran ciclo cultural nacido en el siglo X en el oeste de la península asiática de la costa atlántica –Europa– cuyo avance evolutivo marca nuestros días y señala la pauta del futuro hasta el colapso de la civilización Occidental. No habla de esperanza sino de tendencia. No busca razones, interpreta. No rechaza, percibe. No simpatiza, observa. No juzga, relaciona. Junto a deficiencias inevitables, apresuramientos, contradicciones y omisiones contiene una percepción que intenta ser objetiva del mundo actual y del mañana inexorable. Habiendo nacido y crecido en la frontera norte de México, me he valido de cuanto elemento vital norteamericano ha tocado mi sensibilidad, mi sentido común, mi percepción y mi experiencia para lograr este acercamiento al espíritu de la Roma de Occidente. Lo he desarrollado a lo largo de una vida viajando, observando, intuyendo, analizando y verificando las costumbres y la forma de combatir de Estados Unidos y su influencia en la historia mundial actual y lo he montado comparativamente con estadios correspondientes de civilizaciones del pasado. Yo me habría avergonzado de pasar por la vida con ideales baratos. Esta es la debilidad propia del hipócrita y del soñador, que no tolera la realidad de la historia y que determinan una época real con un par de palabras triviales. Los grandes temas esbozados me han perseguido y atraído desde mi juventud, me han torturado como problema porque los sentía al alcance de la mano sin poder apresarlos. Con este bagaje iniciado a muy temprana edad intento visualizar su sino y su inexorable cumplimiento. El trabajo contiene datos que todos los días pueden ser retocados, sin embargo, la forma y el fondo permanecen incólumes desde su primera edición. Vuelta la mirada hacia atrás se puede verificar que los acontecimientos han confirmado mucho y no han refutado nada de lo que entonces intuí. Continuará…   Diego Moreno Correo: deliocarrasco@gmail.com  

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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