El narcotráfico ha permeado y corrompido todos los sectores de la sociedad mexicana, no solo policiales y judiciales. A esta descomposición social y gubernamental, no han escapado las Fuerzas Armadas del país, que también han sido víctimas de la delincuencia organizada. Ya no solo se trata de funcionarios policiales y mandos castrenses que brindan protección a los capos del narcotráfico, sino de grupos de militares que han competido por las rutas del trasiego de droga hacia Estados Unidos. Otros son mandaderos que apoyan para que los traslados no registren contratiempos. Ha sido la propia Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) la que ha descubierto las traiciones, y actualmente procesa en su fuero a muchos de los soldados que formaron bandas alternas y subalternas a los cárteles de Sinaloa, Beltrán Leyva y La Resistencia. El problema de la colusión entre narcos y algunos soldados, data de la historia misma del narcotráfico; sin embargo, actuando como grupos militares en el tráfico de estupefacientes a bordo de vehículos oficiales, sustracción de drogas y armamento asegurado en instalaciones de la SEDENA, el mal se multiplicó entre 2006 y 2012. En ese tiempo se descubrieron por lo menos tres redes criminales: Primera. Soldados del área de Mantenimiento de Simuladores de Tiro, adscritos a la Primera Región Militar. Realizaron hasta 13 viajes de marihuana, cocaína y metanfetamina, desde distintos puntos del país hasta El Hongo en Tecate y El Aguaje de la Tuna, en Tijuana, a bordo de vehículos militares entre 2006 y 2011. Segunda. Elementos castrenses sustraían armamento de los depósitos de materiales de guerra del Campo Militar Número Uno, en el Distrito Federal, para venderlos a traficantes que abastecieron de pistolas, fusiles y granadas a miembros de los cárteles Beltrán Leyva y La Resistencia, entre 2006 y 2010. Tercera. Soldados de la XV Zona Militar en La Mojonera, Zapopan, Jalisco, robaron entre los años 2010 y 2012, drogas diversas del depósito de narcóticos de las instalaciones del 79/o. Batallón de Infantería, para comercializarlas entre sus compañeros y hacia el exterior. El caso más grave de corrupción y tráfico de drogas en la milicia, es el de una red integrada por soldados vinculados a la Dirección General de Fábricas de la Industria Militar, con sede en Tecamachalco, Estado de México, adscritos la mayoría al Taller de Simuladores de Tiro. Se encargaban de dar mantenimiento a los stands en toda la República y viajaban en un camión de la marca International a esos sitios. Todo marchaba a la perfección para el grupo criminal, pues nunca eran revisados en los puestos de control instalados en las redes carreteras, tampoco al ingresar o egresar de instalaciones militares, hasta que el 18 de febrero de 2011, el Teniente Coronel de Zapadores, D.E.M. Ramón Márquez Hernández, comandante del CAR de la Segunda Región Militar, los descubrió. Este es un extracto del reportaje publicado en la más reciente edición de ZETA: Soldados traían droga http://www.zetatijuana.com/ZETA/reportajez/soldados-traian-droga/