1.- Así, despacito, como no queriendo darse a notar, como mala cosa que avanza sigilosamente y luego nos damos cuenta de su presencia pero, ha pasado ya tanto tiempo que echó raíces en buena parte de nuestra sociedad. Tal ha sucedido con la narcodelincuencia, tiene ya muchos años que llegó por desgracia, para quedarse, con todo lo que ello implica, primero –sociedad y gobierno– ni la notamos, luego nos percatamos de su presencia sin hacerle mayor caso, después simplemente dejamos que sucediera, más tarde hacemos como que la combatimos, luego, algunos se aliaron con ella y ahora nos lamentamos y no sabe la autoridad cómo deshacerse de ella, si es que de verdad quiere hacerlo. En principio, corresponde precisamente a la autoridad hacer lo que esté a su alcance para evitar que la narcodelincuencia se apodere de individuos, niños, jóvenes y adultos, hombres y mujeres, que colme espacios vacíos por la ausencia de poder; le corresponde a ella combatirla, sin embargo, primero la toleró, luego la consintió y, en muchos casos, terminó aliándose con la delincuencia organizada, sus representantes se convirtieron en empleados de los pillos, en delincuentes con placa. Ejemplos de ello, por desgracia, sobran. 2.- Pese a las “estrategias” para desterrar este tipo de actividad ilícita puestas en práctica de cuando en vez, ésta ha avanzado tanto, que trastornan la vida diaria del país. Por otra parte, cabe preguntarse: ¿Cuál ha sido el papel que como sociedad hemos desempeñado en este problema? La subcultura del narcotráfico así, de a poquito en poquito primero, y luego hasta hartarnos, se ha metido en buena parte de la población, que la ve, la percibe, la respira, la escucha, la habla, la canta, la baila, la vive y por desgracia, también muere por ella; claro, existen múltiples causas de todo tipo para que así suceda. 3.- Ahora que esta narcodelincuencia ha infectado buena parte del llamado “tejido social” ya no sabemos qué hacer para quitarla de nuestra vida diaria. Por desgracia se sabe que es prácticamente imposible eliminarla, solo queda esperar que las “estrategias”, la “inteligencia” y los nombramientos (anti-corrupción, seguridad, desarrollo, anti-secuestros, etc.,) que se le ocurren a esta administración federal ayuden a aminorar las consecuencias de esta ilícita actividad a la que, sin querer queriendo, le abrimos la puerta y aprovechó para meterse hasta la cocina, de poco en poquito, como la humedad. P.D.- De “Autodefensas” a policías. ¿Y la preparación? ¿Los exámenes de control de confianza? ¿Los infiltrados? “Semiarmados”, “semiuniformados”, apenas capacitados, ayudarán al gobierno federal a combatir a los narcos. Conocen el terreno que pisan, solo que… Addendum.- De Michoacán no todo es lo que se informa oficialmente. ¿O sí? Óscar Hernández Espinoza es egresado de la Facultad de Derecho por la UABC y es profesor de Cultura de la Legalidad y de Formación Cívica y Ética en Tijuana. Correo: profeohe@hotmail.com