Actor, director, productor, escritor y músico, Héctor Bonilla ha pasado la gran mayoría de su vida en los escenarios, Estudió en la Escuela Nacional de Teatro del Instituto Nacional de Bellas Artes de México (INBA) y ha trabajado en más de 120 obras, manejando todos los géneros; cabaret, vodevil, comedia, musicales, tragedia, por citar algunos. Actualmente trabaja al lado de sus hijos Sergio y Fernando, en la puesta en escena “Almacenados”, la cual montó por primera vez en 2006, y que hoy retoma con gran orgullo. “Lo estamos retomando con una dirección de mi hijo Fernando, con autorización del autor (David Desola), él (su vástago) la retomó, cambió la dirección, y es un trabajo muy afortunado porque alterno con mi hijo Sergio como actor y la dirige Fernando; entonces es un trabajo familiar, una conjunción de aportes de parte de todos y ha sido muy fructuoso, muy agradable”, expuso el histrión en entrevista vía telefónica con ZETA. “Es una obra muy interesante, cargada de símbolos. La anécdota es muy simple: es un viejo que tiene 29 años trabajando en un almacén de mástiles para barcos y se va a jubilar, llega un joven a sustituirlo, la obra ocurre en cinco días de la semana (de lunes a viernes); entonces, cuando llega el joven, el viejo le empieza a dar instrucciones acerca de qué es lo que se debe hacer en ese almacén, pero mientras le dice cosas cotidianas, muy elementales, como a qué hora hay que checar, a qué hora hay que lavar los uniformes, a qué hora se barre, a qué hora se desayuna, el joven se da cuenta de que no hay ni un solo mástil. Entonces lo que subyace es que el viejo se ha pasado 29 años sin faltar ni un solo día, sin llegar tarde un solo día, con las comillas que esto implica, cumpliendo con su deber y sirviendo a los peores intereses del mundo. Es una tapadera del narcotráfico”, agregó firmemente el actor, para después abundar sobre su personaje en la historia: “Se hace tonto porque es cómodo cumplir con el deber, y así lo ha hecho durante 29 años, a través de esos días. El joven primero se va dando cuenta que detesta al viejo porque es un viejo encimoso, regañón, torpe, terco, pero a medida que va pasando el tiempo, le va dando lástima. Ya para el viernes lo convence de que está mal todo esto que ha hecho, y el viejo dice: ‘Tienes razón, vámonos de aquí’, pero entonces el joven le dice: ‘No, váyase usted que está jubilado, yo me quedo’”. Desde la perspectiva del actor, la siniestra obra es una llamada de atención a lo que actualmente ocurre alrededor del mundo. — ¿Es una fotografía de la realidad? “Sí, digamos que antes sabíamos que los burritos de la escuela no tenían trabajo, hoy los genios no tienen trabajo, es el caso que nos ocupa de Wall Street, de los indignados de España, de los brotes de Atenas, por el desajuste brutal que es el sistema económico. Esto está tratado con mucho humor en el transcurso de la obra, pero la tesis es fuertísima, la tesis es una llamada de atención al siniestro estado que tienen las cosas en el mundo”. — Que se da en cualquier parte del mundo, y México no es la excepción. “El problema es la hipocresía del ala conservadora, pienso yo. En el fondo de todo esto, es decir, nadie lo menciona, pero nuestros empresarios que se retratan con sus tres hijitos al salir de la iglesia y hablan altisonantemente en contra de que una mujer decida su derecho a abortar, pero hacen abortar a sus secretarias. Esos que para no pagar impuestos, tienen sus dineros en los paraísos fiscales, entonces, estos representantes de la moral y de la religión, ¿con quién conviven en los paraísos fiscales? ¿Con quién desayunan, se embriagan, se ayuntan y se acompadran? Con el narco. Entonces, evidentemente de ahí lo que sale es simplemente la convivencia general, y es un problema mundial, esto sucede en el mundo. Por eso hay una descomposición brutal en lo que es el sistema monetario, en la reserva federal de los Estados Unidos, en la banca mundial. Y eso, la sociedad civil que hace unos tibios esfuerzos, está proponiendo a nivel internacional, lo primero, que es acabar con el secreto bancario y con los paraísos fiscales. Mientras esto no suceda, estamos fritos”. — Eso es lo que refleja en “Almacenados”, una situación que se seguirá repitiendo en la vida real, puesto que el viejo se jubila, pero llega el joven que se quedará para no cerrar el círculo. Un vicio que no terminará jamás. “Aquí hay una cuestión muy afortunada, mi hijo Sergio es muy parecido a mí, hay un poster donde tenemos la cara pegada mitad y mitad, y son (las fotografías) prácticamente iguales, nomás que yo bastante balaceado por la vida y él joven, pero lo que está diciendo la obra de alguna manera es que es un mismo personaje; lo que pasa es que hay este impulso de transformar las cosas, y finalmente, el joven deja de ser joven y se asimila. Evidentemente no es la intención de la puesta en escena, pero es delatar lo que sucede, y una invitación a que no suceda. “Sobre todo en la obra de David Desola, es muy difícil conjuntar símbolos de algo aparentemente tan elemental en el diálogo de dos actores, pero pone de manifiesto que de alguna manera los dos son parte de un solo personaje y son polarmente opuestos (su hijo Sergio y él). Es un trabajo donde mostramos este problema en el que estamos inmersos el mundo”. — ¿Cómo fue el trabajo de mesa con sus dos hijos?, y con toda la experiencia que le dan los años dentro del mundo de espectáculo, ¿cuál ha sido el resultado del proyecto? “Con un absoluto respeto, Fernando, mi hijo el productor, es un hombre muy inteligente, muy joven, tiene 28 años, e incluso hay cosas en las que no coincidimos, pero la última palabra en una puesta en escena la tiene el director. Él tiene el derecho y la obligación de escuchar todo lo que le digan los actores y decidir qué sí y qué no, es su puesta en escena. Entonces, de acuerdo con eso, porque así considero que debe ser, es como está configurada esta obra, es la puesta en escena de Fernando Bonilla”. — ¿Son acuerdos a los que se llega entre el director y los actores? “Sí. Para mí la puesta en escena es el acuerdo, yo tampoco creo en los directores dictadores, totalitarios, que creen que ellos son el faro de luz que guía a los ciegos actores, eso es una estupidez; los actores tienen sensibilidad, inteligencia y tienen información, y evidentemente, muchos cerebros piensan más que uno solo. Simplemente la decisión final, la debe tomar el director”. — ¿Cómo se siente al ser dirigido por su hijo? “Maravilloso, yo lo respeto mucho, tiene mucho talento, y el hecho de la convivencia en el trabajo al que los tres nos hemos dedicado, los tres amamos nuestra profesión, es un regalo de la vida”. Fernando Bonilla es hijo del actor con la también actriz Sofía Álvarez, y ha destacado por hacer trabajos de doblaje, además de dirección en obras teatrales; mientras que Sergio Bonilla es producto del anterior matrimonio de Don Héctor con la actriz Socorro Martínez, y al igual que su hermano Fernando, ha realizado proyectos de doblaje y es actor de cine, teatro y televisión. Definitivamente, una familia llena de talento. “Almacenados” se presentará el martes 28 de enero en la Sala de Espectáculos del Centro Cultural Tijuana (CECUT), en dos funciones; 7:00 y 9:30 pm.