El alcalde de Tijuana, Jorge Astiazarán Orcí, está tratando de meter en cintura a todo el personal del Ayuntamiento. Desde el inicio de su mandato llega puntual a Palacio Municipal y supervisa que todos sus empleados lo hagan de la misma forma. Tras dos semanas de tomar posesión, el edil se presenta en su oficina faltando un cuarto para las 8:00 am. Así, recorre departamento por departamento, piso por piso, verificando quiénes llegan temprano a sus labores. Pasadas las 11:00 am -en una segunda ronda- recorre nuevamente el recinto; si algún trabajador se encuentra fuera del área de trabajo, Astiazarán lo cuestiona: “Y luego, señor, ¿cuál es su oficina? ¿No tiene trabajo por hacer?”, dejando atónito al trabajador que despistadamente, se toma su break en horas laborales. Lo mismo ocurrió la primera semana de diciembre en las instalaciones del Sistema Municipal para el Desarrollo Integral de la Familia, donde su titular, Elia Manjarrez, hizo la chamba de recepcionista. La primera dama de Tijuana arribó a su oficina treinta minutos antes de las 9:00 am, había una larga fila de ciudadanos requiriendo apoyo, pero ningún empleado municipal que atendiera a los solicitantes. La esposa de Astiazarán apuntó el nombre de cada ciudadano y su solicitud; averiguó con los empleados que sí habían llegado temprano, para que agilizaran la atención. Hay quienes aseguran que en la pasada administración, a los empleados se les daban muchas libertades sin que nadie les dijera nada. Por lo pronto, la holgazanería municipal inicia su retiro.