Grupos ambientalistas, asociaciones civiles e instituciones ambientales trabajan en un importante programa de monitoreo en la región norte del estado: el Oasis de San Ignacio. San Ignacio es el primer oasis y el más grande del estado, ahí se conjuntan población, medio ambiente y actividades ecoturistas. Desde hace tiempo se habían detectado rastros de animales en la zona cercana a la población, específicamente junto al río. Los biólogos encargados del programa iniciaron con el proyecto instalando cámaras trampa en puntos estratégicos. El objetivo principal es conocer la fauna que llega desde la zona volcánica hasta el río e iniciar un censo para un mejor cuidado de las especies. “Este tipo de monitoreo nos va a permitir una radiografía de cómo se encuentra nuestro palmar, como si estuviéramos sacando un diagnóstico de su estado de salud, con él vamos a poder decidir si el palmar necesita algún tratamiento o algún tipo de reforestación”, dijo Arturo Flores del proyecto de monitoreo en el oasis. El proceso para capturar a los animales es sencillo: para carnívoros, se esparce comida para perro y gato, para los herbívoros fruta picada y atrayentes como el jugo de futas de caja, que se rocía en los árboles y los animales llegan como si nada a ser fotografiados. No solo se hará monitoreo de especies, sino también censo de flora endémica y en general que existe en la zona. “Trabajamos con un muestreo aquí en el palmar, que tiene como principal función estimar el potencial productivo del mismo, así como darnos un estimado de qué condiciones estamos trabajando para ordenar qué uso se le puede dar, o qué medidas de protección podemos implementar en el palmar para conservarlo y al mismo tiempo podamos llevarnos un beneficio, un aprovechamiento que impacte de manera social, económica y ecológica”, dijo Enrique Flores, coordinador operativo del proyecto de monitoreo Oasis Sudcaliforniano. En la zona se han fotografiado con éxito venados, mapaches, zorros, el gato montés, zorrillos, y lo más peculiar: una manada de siete berrendos, los cuales se creía ya no había en la vida silvestre, sólo en una unidad de manejo ambiental ubicada en el desierto del Vizcaíno.