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jueves, octubre 3, 2024
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Familias reencontradas en “Posada sin Fronteras”

Emoción, alegría, nostalgia, pero también tristeza, vivieron decenas de familias el sábado 14 de diciembre en la frontera entre Tijuana y San Diego, para celebrar la vigésima edición de “Posada sin Fronteras”. Puntuales a la cita, residentes de San Diego, California, llegaron al Parque de la Amistad, colindante con el faro de Playas de Tijuana, para ver a sus familiares y amigos, quienes esperaban del lado mexicano. Justo ahí, en la línea divisoria entre México y Estados Unidos, se reencontraron con sus seres queridos, tras semanas, meses e incluso años de no estar juntos, luego de ser deportados. Aunque la alta barrera hizo casi imposible que los asistentes pudieran verse a través de la malla, los ahí reunidos pudieron convivir durante unas horas y permanecer lado a lado. Oficiales de la Patrulla Fronteriza vigilaron en todo momento a los asistentes, pues en esta ocasión, las leyes del país vecino catalogaron como “peligroso” que familiares compartieran un poco de champurrado o tamales a través del “Bordo”. En conjunto, más de veinte asociaciones civiles en ambos lados de la frontera trabajaron para llevar por un año más, música y un mensaje de fe a las familias separadas por su situación migratoria. El director de la Casa del Migrante, Pat Murphy, lamentó que en 2013 no se abriera la puerta para que familias pudieran reencontrarse de verdad, a través de una Reforma Migratoria. Pero eso no borra la esperanza de que el próximo año, autoridades estadounidenses puedan consolidar estas leyes para celebrar una verdadera “Posada sin Fronteras”. Cánticos de amor familiar, villancicos y otras melodías, interpretadas en sincronía en México y Estados Unidos por guitarristas y asistentes, hicieron rodar algunas lágrimas por las mejillas de Alfredo González, quien seis días antes fue repatriado a México, después de veinte años de residir en Estados Unidos. El jalisciense dejó a su esposa e hijo a su suerte, sin poder hacer mucho cuando agentes de migración lo deportaron por Tijuana. Fue en la Casa del Migrante donde consiguió un techo y comida, así como protección, y sumamente conmovido, agradeció al Padre Murphy. En una tarde de emoción, lágrimas y reencuentro, los asistentes en ambos lados de la frontera unieron simbólicamente sus manos sobre el “Bordo”, el mismo que les impide vivir juntos de nuevo. Marlem Crespo

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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