Greg y Stacey Terry fueron a un McDonald’s en el poblado de Hermitage, Tennesse, donde ordenaron el desayuno en la ventanilla. El empleado que los atendió tomó el pedido, ellos pagaron, luego recibieron su bolsa y se fueron a casa. Al llegar a su domicilio, el buen Greg abrió la bolsa y, en vez de comida, lo que encontró fue ¡EN ZERIO! dinero. Resulta que equivocadamente, claro, el joven de McDonald’s no entregó un combo, sino el dinero del depósito bancario del día. La pareja devolvió el efectivo y, a cambio, recibió el eterno agradecimiento de Phil Gray, propietario de esa sucursal.