Las ganas de escribir una columna para este periódico me nacieron precisamente un día 1ro. de diciembre: el del año pasado, apenas. El trayecto es mínimo, pero de alguna manera debe de empezarse. Quise expresarme acerca de los actos vandálicos acaecidos en la capital del país, con motivo de la toma de protesta del Presidente de la Republica, Enrique Peña Nieto. Recuerdo que fue tal mi indignación que decidí que mi opinión al respecto debía ir más allá de mi cuenta de Facebook, más allá de unos cuantos likes y seguramente no pocos comentarios bien respaldando o desdeñando mi opinión. Al momento de concebir que utilizaría al Semanario ZETA como el medio idóneo, no pasó por mi mente que llegaría a escribir de manera periódica, más bien pensaba que la ocasión bien podría ser única. Llamé al Semanario, con timidez, solicitando el espacio. Se me concedió. Mi madre compró el mismo viernes la edición en que sería publicado. Me llamó y me dio una agradable sorpresa: me habían publicado como columnista invitado y no en la sección de “Cartaz”, como me había imaginado que lo harían. Aprovecho este medio para agradecer a Adela Navarro y Rosario Mosso, quienes se han mostrado dispuestas a brindarme todo el apoyo que les he solicitado. Durante varias semanas me intrigó el repetir la experiencia. Una nueva necesidad había nacido en mí. Sin perder timidez, mandé un correo electrónico solicitando el espacio. De nueva cuenta, me fue concedido. Y desde entonces me he mantenido escribiendo, de manera irregular, la mayor parte del tiempo. Han sido variados los temas, aunque la política y sobre todo el acontecer del Ejecutivo Federal ha sido el predilecto. Sin embargo, debo de confesar que pocas columnas me han causado la satisfacción de esa primera colaboración, en que ni contemplaba el que un año después seguiría me encontraría haciendo lo mismo. Opino que es muy poco logro aún, aunque debo aceptar que me agrada que me digan lo contrario. A un año del ascenso de Enrique Peña Nieto a la Presidencia, hay una sensación de déjà vu. En el Distrito Federal, de nueva cuenta hubo enfrentamientos entre frentes anarquistas y las fuerzas policiacas. Debo decir que no entiendo cómo es que se considera que esta generación de jóvenes está despertando, que están mejor preparados y que han adquirido una mayor conciencia social. Ciertamente, sus actos no lo demuestran y dejan mucho que desear. Sobre todo porque su movimiento principal, aquel que naciera posterior a la visita del entonces precandidato del PRI a la Universidad Iberoamericana, ha perdido toda su fuerza y su activismo. Este mismo domingo marcharon también los simpatizantes del recién constituido Partido Movimiento Regeneración Nacional, la CNTE y la Organización Política el Pueblo y los Trabajadores. Hay algunos lesionados y varios detenidos. Como aseveré entonces en mi primera (involuntaria) columna, México está de luto. Sí, aún lo está, el año de luto riguroso. Luto por el regreso del que fuera el Partido Oficial –así, con mayúsculas–, luto por una ciudadanía que no halla que hacer para cambiar la situación, recurriendo a la violencia y dañando a terceros. Por si fuera poco, llaman presos políticos a los detenidos el 1ro. de diciembre de 2012, siendo que la comisión de delitos no queda de ninguna manera justificada. Si fuera de otra manera, ¿por qué la necesidad de tapara sus rostros? Es mucho el descontento. Y es que Peña Nieto ya se ha metido con muchos sectores y utilizando el Pacto por México para impulsar reformas poco populares. A razón de esto el plantón de la CNTE frente a Palacio Nacional. A razón de esto el repudio a los diputados y senadores del PRI y PRD en este Estado fronterizo. A razón de esto que Andrés Manuel López Obrador dará nuevo impulso a su carrera política, al encabezar el bloqueo al Congreso, en defensa de un petróleo que solo en el papel es nuestro, pero que siempre ha sido objeto de dominio del sector privado, si bien de manera parcial. Si encabezará el hipotético bloqueo está por verse, ya que tendrá que cuidar mejor de su salud. Además de las reformas, encontramos la puesta en libertad de Cassez, Caro Quintero y Raúl Salinas, debido al deficiente sistema judicial con que contamos. La cifra de muertes relacionadas con el crimen organizado, que se ha ocultado en los medios oficiales. Un año es poco tiempo para juzgar un sexenio, pero lo que se alcanza a vislumbrar es para alarmar a cualquiera: vemos al mismo PRI, que tiende a favorecer a pocos, a la censura y a constituir un poder central más sólido. Solo queda confiar en que la oposición sea firme al defender sus convicciones, aunque éstas respondan a sus propios intereses, muy particulares. Héctor Daniel Ortiz Ramírez es Estudiante de Derecho UABC Correo: cygnus9304@hotmail.com