Se escaparon velozmente las cuerdas de tres Fender, la Yamaha marcó el ritmo, pronunciando la tarola hasta el hartazgo del viento encerrado del tercer piso de un edificio esculpido sobre una mítica avenida, pero la figura sónica procedió estampándose con un Ampeg que retumbó firme sobre los rostros de unos 700 incrédulos de las acrobacias de esa gran postal sobre el escenario. Simultáneamente, cientos de teclas y botones giraron y fueron pulsados para guiar los pasos vocales de Adrián Dárgelos, quien saltó al templete segundos después de las 23:30 horas sábado 16 de noviembre, para apilar versos y repetir coreografías de diva mientras expulsaba frases de “La Lanza”, “Aduana de Palabras”, “Miami”, “Anoche”, “Jessico”, “Mucho”, “A Propósito” y “El Baile de Odín”. <p align=”left” class=”p” style=”margin: 0cm 0cm 0.0001pt;”>Noventa minutos bastaron para los creadores de “Romantisísmico”. Ni un segundo más, pero sí aprovecharon para regalar algunas composiciones de esa, su última placa discográfica, motivo por el cual su visita a la región, el viernes 15 en Mexicali y un día después en la ciudad que les abrió sus puertas en un evento llamado Tía Juana Music Festival, mismo que amenaza con recobrar vida en el verano de 2014. Los Babasónicos separaron tiempos para “Las Demás”, “Irresponsables”, “Los Calientes”, “Carismático”, “Yegua”, “El Ídolo”, “Y Qué” y “Putita”, dejando al público excitado rockeramente hablando, al cual vertieron el elixir sonoro de la perfección y armonía, en un contexto dos décadas después, bajo el costo de 35 dólares por alma y un sinfín de suspiros dibujados tras esa veintena de episodios maniatados por el holograma del pecado atado al micrófono y al chaleco de piel. Incendiando la caja negra con su pasión, Babasónicos propuso seducir a los presentes y los energizó de inicio a fin, envueltos entre luces de neón, robóticas y perpendiculares, detrás de los teclados, las cuerdas, los tambores y una decena de pedales siempre al frente, cobijando ese rock con sabor a poesía, de tintes cinematográficos y pieza ceremonial de un encuentro celestialmente pagano.
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