Juan Villoro se une a la lista de prestigiados intelectuales merecedores del Homenaje Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez. La Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) anunció el lunes 11 de noviembre que el escritor mexicano recibirá la distinción el 2 de diciembre durante el suceso literario más importante de las letras en español. Juan Villoro (Ciudad de México, 24 de septiembre de 1956) ha incursionado en diversos géneros como cuento, crónica, novela y periodismo. Entre otros premios, ha merecido el Xavier Villaurrutia, Herralde de Novela, Rey de España, Ciudad de Barcelona, Vázquez Montalbán de Periodismo Deportivo y el Antonin Artaud. El homenajeado es autor de obras como “El Testigo”, “La casa pierde”, “Palmeras de la Brisa Rápida”, “Los Once de la Tribu”, “Safari Accidental”, “Dios es Redondo”; y entre algunos de sus títulos a considerar en cualquier biblioteca infantil y juvenil figuran “Los Culpables”, “Las golosinas secretas” (1985); “El profesor Zíper y la fabulosa guitarra eléctrica” (1992); “Autopista sanguijuela” (1998); “El té de tornillo del profesor Zíper” (2000); “Cazadores de croquetas” (2007); “El libro salvaje” (2008) y “El taxi de los peluches” (2008). Ha sido colaborador de medios como El País, Proceso, El Malpensante, ABC, Letras Libres, Nexos, Reforma, El Periódico de Catalunya, entre otros. De manera tal que Juan Villoro se une a la selecta lista de escritores que han sido distinguidos con semejante premio como el propio Fernando Benítez, Carlos Monsiváis, Elena Poniatowska, José Emilio Pacheco, Jaime García Terrés, Vicente Leñero, Raquel Tibol, Emilio García Riera, Cristina Pacheco, Huberto Batis, Armando Ponce y Padilla, Braulio Peralta, Paco Ignacio Taibo I, José de la Colina, Emmanuel Carballo, Héctor García, Ignacio Solares, Roger Bartra, Hugo Gutiérrez Vega, Guillermo Sheridan y Rogelio Cuéllar. Villoro respondió algunas preguntas para los medios que la FIL envió: – ¿Qué significa para usted este homenaje? “Tuve la suerte de conocer a Fernando Benítez y trabajar con él en el proyecto de un periódico que no llegó a realizarse. Yo dirigía la sección de cultura de ese hipotético diario y durante dos años nos reunimos a planear el proyecto. Para mí fue un aprendizaje extraordinario que se agregó al que había recibido por libros como ‘Los indios de México’ o ‘El rey viejo’. “En el primer número que dirigí de La Jornada Semanal, señalé que trataríamos de seguir la estela de Fernando Benítez, reinventor moderno de la idea de suplemento cultural. Por todo esto me da mucho gusto estar asociado a un reconocimiento que lleva su nombre. He participado como comentarista en los homenajes que recibieron Vicente Leñero, José Emilio Pacheco y Roger Bartra. Obviamente, me siento muy honrado de seguir su trayectoria”. – De todas sus facetas como autor, ¿cómo vive la de periodista? “El periodismo es la forma más directa de la escritura. Ahí no te puedes dar el lujo de ser obscuro o confuso. No hay posibilidad de posponer a tus lectores para que te comprendan dentro de cuarenta años. El periodismo es una lección de claridad. La adrenalina que te genera es enorme, pero hay cosas que solo surgen por la presión de que las digas. ‘El hombre acorralado se vuelve elocuente’, escribió George Steiner. Ése podría ser el lema del periodismo”. – ¿Qué define al buen periodismo? “Un buen periodista debe mezclar la curiosidad con la empatía, el interés por los demás con la capacidad de generar su confianza. En el periodismo, las claves de la realidad están en los demás, y hay que convencerlos para que te las entreguen”. – ¿En qué contribuye el periodismo, particularmente el cultural, a una sociedad como la mexicana? “La crónica es la mejor manera de que la información se mezcle con la emoción. Las noticias lejanas nos pueden dejar indiferentes, pero cuando conocemos los destinos individuales a los que les afectó eso, sentimos en nuestra propia piel lo sucedido. La crónica narra la vida privada de los sucesos públicos. Por lo tanto, puede movilizar a la gente”. – ¿Qué periodistas le han influenciado? “Me gustaría tener la influencia de Jorge Ibargüengoitia y del joven Gabriel García Márquez. La lista de colegas que me ha influido es infinita, de José Martí y Martín Luis Guzmán a Tom Wolfe y Ryszard Kapuściński, pasando por Carlos Monsiváis y Elena Poniatowska. “Las crónicas deportivas y de nota roja del mexicano Ramón Márquez me parecen sorprendentes, lo mismo que las crónicas urbanas del chileno Roberto Merino, los textos de futbol del argentino o de Martín Caparrós (con quien escribí un libro) o las crónicas sobre Fujimori y Montesinos del peruano Luis Jochamowitz”. – ¿Qué de arte tiene una crónica? “En sus grandes momentos, la crónica es literatura escrita bajo presión. La crónica sin ficción ‘Relato de un náufrago’ es tan significativa como la memoria con ficción ‘Crónica de una muerte anunciada’”. – ¿De qué sirve el periodismo en estos tiempos? “Sirve para buscar lo que no todos quieren conocer: la verdad”.