Atrapado en el título de una canción del ilustre poeta argentino Atahualpa Yupanqui, el cantaor Diego Ramón Jiménez Salazar, mayormente conocido como Diego “El Cigala”, provocó los suspiros de un millar de bajacalifornianos convocados en el Teatro del Centro Cultural Tijuana (CECUT), bajo el pretexto de un espléndido “Romance de la Luna Tucumana”, nominado al Grammy Latino en la categoría Mejor Disco. Con el graderío a reventar, “El Cigala” desdibujó los versos y los volvió a teñir con precavida atención. Primero le fue fiel a los recientes arreglos musicales y al adaptar de las letras muy al estilo de Federico García Lorca, y en homenaje a Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui y José Hernández, entre otros; después complació de a poco, con los éxitos más memorables de sus álbumes “Lágrimas Negras” y “Cigala & Tango”. Escurriéndose la magia a través del piano de cola, de teclas infinitas, el ritmo imponiéndose sobre las congas, bongos y diversos tambores; la fortaleza y el vigor en el contrabajo, así como las bondades de una guitarra flamenca y las cuerdas de la guitarra eléctrica enchufada a un amplificador Fender, escoltaron el cantar de Diego, quien ya tiene en la lupa los boleros de Javier Solís para una próxima producción discográfica. Cincuenta y un minutos y 15 segundos de retraso impacientaron a un público que en repetidas ocasiones, solicitó con aplausos la aparición de uno de los principales ejecutantes de flamenco en el mundo. Luego de una larga introducción sonora elaborada por el ensamble que lo escolta para presentar su nueva producción, “El Cigala” inició su recital con “Canción de las Simples Cosas”, de Isella y Armando Tejada Gómez. Sujeto al tornasol artificial, coloreando el escenario del segundo al último minuto del concierto, el espigado cantante de melena rizada, atado a un traje negro y de camisa blanca, entregó títulos como “Naranjo en Flor”, tango canción de Homero Aldo y Virgilio Hugo Expósito, famosa por el polaco Roberto Goyeneche, además de “Los Mareados” y “Milonga de Martín Fierro”, extraídos de su más reciente placa discográfica, compuesta junto al guitarrista Diego García y el popular percusionista cubano Changuito, en la que Diego deja clara su fascinación por el tango, mismo que atrapó su atención cuando miraba la película “La Lista de Schindler”, en la que una de las secuencias cinematográficas, es musicalizada con ese folclor. Entre tonos azules, amarillos, morados, rojos, mostaza, verdes, naranjas y blancos, “El Cigala” cobijó los versos del “Romance de la Luna Tucumana”, desconocidos en su mayoría en las gradas, pero recibidos con aplausos por igual: “Muchísimas gracias, buenas noches, Tijuana. Hace muchos años que no estaba por aquí. ¡Que viva México! ¡Que viva Tijuana! Hoy quiero desearles felices fiestas, salud y libertad”, saludó el artista, para después advertir: “Voy a presentarles el disco nuevo, y luego los temas de recuerdos”. Manifestado de pie, el español-dominicano procedió a esculpir su obra en los oídos de los presentes, enlistando “Déjame que me Vaya”, de Carabajal y Ternavasio; “Romance de la Luna Tucumana”, de Yupanqui; “Por una Cabeza”, de Alfredo Lepera, que en 1953 inmortalizó Carlos Gardel; la samba de “Balderrama” que, según ha contado el intérprete, lo enganchó cuando en la película “El Che”, que estelariza Benicio del Toro, aparece Mercedes Sosa cantándola sobre los créditos; y “Canción para un Niño en la Calle”, con las que acumuló nueve melodías en la velada, ajustándose a su advertencia y sumergiendo al público al sonido “slim” de las guitarras, apegado a los ritmos de los cincuentas, previo al rock & roll, con la influencia del jazz de Django Reinhardt y George Benson, y el aroma a Nueva Orleans. Alimentando con la música y alegrando los corazones, por momentos “El Cigala” se custodió del piano, la guitarra flamenca o el contrabajo, para estamparse como embajador de la música andina, los poetas argentinos y la rumba, dando paso al flamenco ortodoxo que caracteriza a su personaje de 45 años de edad, cuyo mote deriva de la langosta noruega Nephrops Norvegucus. En el segundo acto, Diego repasó la historia, extrayendo melodías de uno de sus más ovacionados álbumes, “Cigala & Tango”, producido en 2010, del que interpretó “Garganta con Arena”, “Alfonsina y el Mar” y “Tomo y Obligo”, despertando pasiones en las gradas del inmueble cultural, los gritos de “¡Te amo Diego!”, y también los suspiros de las féminas que seguían el andar del cantaor. Al listado se acoplaron las “Nostalgias”, y la “Soledad”, momento en que a Diego le ganaron los sentimientos y abrazó a su guitarrista por la espléndida ejecución de las cuerdas, dando paso a cuatro temas del disco que lo posicionó en el mundo, “Lágrimas Negras”, grabado en 2004, del que mostró su interpretación de “Inolvidables”, “Veinte Años”, “Corazón Loco” y el que da título a dicha producción; episodio que el artista aprovechó para presentar a sus músicos, y despedirse con “Y Ahora Tú”, ante un teatro perfumado de versos y con el aliento apasionado.