El otro día, un loco del manicomio se estaba ahogando en un río que se encontraba dentro del recinto. Otro loco lo salvó y lo sacó del río. Al siguiente día, se presentan los directores del manicomio y le dicen: “Bien, tenemos dos noticias para darte. Una buena y una mala. La buena es que como salvaste a ese hombre, hemos visto que usted no está loco y se podrá ir mañana de aquí. La mala, es que dos horas después de haberlo salvado, el hombre se ahorcó”. Entonces el loco interviene: “No se ahorcó, ¡yo lo colgué para que se secara!”. Va un loco paseando por el psiquiátrico con una piedra atada a una cuerda. Se le acerca el director del centro, que ya estaba harto de tanto loco, y le pregunta: — Paseando al perrito, ¿no? “Pero qué perrito ni qué nada, ¡¿no se da cuenta de que es una piedra?!”. — Muy bien, muy bien, para que vea que nosotros somos sensibles a las mejoras de nuestros pacientes le voy a dejar en libertad. Total que sale el loco a la calle con su piedra, vuelve la cabeza y exclama: “¿Ves lo que te dije, Firulais? Si no ladrabas, ¡los íbamos a engañar!”. Dos locos en un manicomio están de charla: — Oye, ¿qué tal si nos escapamos del manicomio? Al día siguiente ambos se visten de caramelos con papel celofán. Entonces, cuando caminan por el patio del manicomio, el guardia los ve y les pregunta: — ¿A dónde van ustedes dos? “Solamente andamos caminando por aquí”, responde uno de los locos. — ¿Y vestidos de caramelos? “Sí”, contesta el otro loco. — No cabe duda, usted es un “demente”. “Sí, yo soy demente… y él es de “chocolete”. Autor: Un psiquiatra.