Con dos décadas de trayectoria artística, el cantautor hidrocálido Armando Palomas prepara su álbum número veinte, que será acompañado por un libro de prosa vivencial y una galería de fotografías, cuyo lanzamiento es anunciado con bombo y platillo dentro de la comunidad del rock subterráneo. De forma independiente como en los últimos 19 discos, Palomas publicará un disco de celebración que ha calificado como el más rockanrolero de su vida, con el que a partir del 29 de noviembre recorrerá México y Estados Unidos; sin embargo, previo a los festejos, visitará Tijuana hoy viernes 1 de noviembre para presentarse en Black Box. Se dice cansado, harto de sí mismo, pero de pie, listo para compartir con metáforas un análisis de su propia vida: “Soy un tipo que ha dejado el alma en los escenarios, que vive en la real independencia, que fabrica sus propios discos. Sí estoy cansado, pero no me arrepiento de nada. Mi cartilla militar se la quedó un migra cuando me brinqué la valla de la (colonia) Libertad para cruzar a Los Ángeles. Mi entorno ha sido alegre y feliz, eso me ha permitido ser libre y escribir canciones”, describió Palomas previo a su participación en el festival Cervantino, en Guanajuato. “Desde niño me gustó la mala vida, me gusta más vivir que leer, y creo que la manera en que vives, es la manera que escribes. Aquel que no vive, no escribe. En ese sentido admiro a personas que supieron conectar con sus letras, como José Alfredo Jiménez o Bob Dylan. En ello baso mi trabajo”, agregó el cantautor que visitará la ciudad acompañado de un guitarrista, con quien dijo, dejará “la garganta sobre el escenario”. Como tatuajes palomeros y de acuerdo a emociones, se podrán escuchar temas como “Hasta el Fondo del Zaguán”, “Déjame Besar tus Ojos”, y “Tumba de Asfalto”, esta última dedicada a un amigo que le acompañó en su aventura por Los Ángeles, California, en la que relata su muerte en un accidente vial. Palomas comentó que el disco en puerta incluye una serie de historias y fotografías, lo que en conjunto considera un parte aguas en su carrera, donde lo único que le importa es tener salud para compartir por más tiempo su música, esa que llegó circunstancialmente: “El destino me puso una guitarra, una pluma y un papel, dejé la comodidad para dedicarme a la música y fue una de las mejores decisiones de mi vida. Este disco me lo dedico a mí, es algo que me debía, es un análisis clínico no público, metafórico, denso, con mucha carga de nostalgia. Un disco emotivo, cargado de cosas personales, de cosas que nunca me han dolido, pero ahora me hacen sentir harto. Musicalmente, es el más rockero que he hecho”.