Durante semanas, María Esther Rentería, la presidenta del Tribunal Superior de Justicia de Baja California, retrasó el nombramiento de tres jueces. Uno civil, otro familiar y uno penal. Su razonamiento, según algunos de sus compañeros, es que la señora presidenta sabía que no traía todos los votos como suele estar acostumbrada. Y ante la división de opiniones sobre uno u otro candidato, prefería postergar la decisión a perder sus votos dentro del Tribunal. Pero el plazo le llegó y hubo de tomarse la decisión… y la magistrada, erró estrategia. Envió a su director jurídico a cabildear a los magistrados para inclinar la balanza hacia sus favoritos entre los candidatos a jueces. Tal acción fue ofensiva para los colegiados. Y ni siquiera cuando Rentería quiso componer el escenario mandando a otro emisario -una magistrada-, tuvo éxito. Así, por primera ocasión, los magistrados eligieron como jueces a personas distintas a las sugeridas por la señora presidenta. De esta manera se nombró, como Juez Civil en Tecate, al único postulante, José Manuel Castro Valenzuela. En el Juzgado Familiar en Tijuana, a la nunca bien ponderada licenciada Ana Carolina Valencia Pérez, y en el Juzgado Penal, al licenciado Rodolfo Lara Pedrín. Y bueno, son los primeros tres jueces que no le deben el cargo a María Esther Rentería.