Los sabores, los colores, sangre y sentimiento mexicanista y folclórico -muy focalizado en la cultura oaxaqueña- se concentran en la voz de Lila Downs, quien regresó a Tijuana después de mucho tiempo de esperarla sus seguidores. Con sus letras y sonidos, también va la postura social y política que el público siempre espera de la intérprete anglo-mexicana. Los indígenas, la cultura, la migración, por decir algunos temas a los que le canta. Lila Downs estuvo en El Foro, como parte del Festival de Octubre del Instituto de Cultura de Baja California. Público muy diverso cantó y bailó junto con la artista, en un viaje por nuestros rincones mexicanos recreados en el vestuario, los visuales y por supuesto, las letras de la intérprete, acompañada por La Misteriosa, su conjunto de buenos músicos. Acordeón, trompeta y guitarra; saxofón, arpa y percusiones, lo mismo iban del huapango a la polka, que de las rancheras al bolero, no faltaba el matiz pop, e incluso discotequero. Cumbia, bachata y jazz, y la voz de la Downs yendo con ellos. Ante un Foro lleno, la cantante enfocó el repertorio en su más reciente disco, “Pecados y Milagros”, pero tampoco faltaron las canciones más solicitadas dentro de su discografía, que incluye las producciones “La Sandunga”, “Una Sangre: One Blood”, “Árbol de la Vida” u “Ojo de Culebra”. Con su canto de amor y dolencias, la Downs homenajeó a nuestros grandes compositores como José Alfredo Jiménez, Tomás Méndez, Juan Záizar y Cuco Sánchez, haciendo de cada tema una versión propia y singular, a pesar de ser canciones que han sido interpretadas y reinterpretadas cientos de veces: “Fallaste Corazón”, “Cucurrucucú Paloma”, “Cruz de Olvido”. Apoyada en proyecciones y colorido, la oaxaqueña rindió tributo en plan lúdico al arte y la comida tradicionales, invitando al jolgorio con “Mezcalito”, a las comilonas con “Palomo del Comalito” o canciones como “La Cumbia del Mole”, donde la gente ya no sabía si ponerse a bailar o chuparse los dedos. “Yo sé que en Tijuana se come muy buen mole… y mezcal con café”, dijo ante un público representando todas las regiones del país, y todos los sectores de nuestra sociedad. Y así seguía su canto como una veneración a los héroes de la música y la historia mexicana: “Vámonos” de José Alfredo Jiménez y “Zapata se Queda”, compuesta por ella misma y su esposo, Paul Cohen. “Tradicionalmente hemos dedicado este tema a los que han fallecido este tiempo, pero también a nuestra querida Chavela Vargas”, anunció para interpretar una sentida “Cruz de Olvido”. Agradeció al público, “por estar tan chulitos como siempre”, y a cada uno de los técnicos involucrados, por lograr un concierto impecable en cuanto a sonido “en este lugar que no es fácil”. Mientras tanto a sus espaldas, en una gran pantalla, todo era un viaje por los rincones de nuestro país; campos verdes, pieles morenas, maíz, comida, señoras, Oaxaca, la gente. Lila Downs se despidió, pero como era de esperarse, regresó a petición del público para continuar la seducción con canciones como “Piensa en Mí” o “La Llorona”, donde jugando con su voz cual si fuera un instrumento más, el viaje continuó por un rato más a través de sus estampas mexicanas. “Es tan pesimista la izquierda…”: Lila Downs Platicando de su compromiso social como artista, principalmente en problemáticas como la migración y la situación política del país, Lila Downs, ya en una edad madura, tiende al optimismo sin dejar de lamentarse por los que sufren. Incluso se muestra prudente a la hora de opinar ante los medios. Pensando más en lo suyo, el escenario, actualmente escribe canciones en las que retoma el tema de la migración: “Hay mil 100 personas que deportan a diario, es una realidad muy preocupante para mí; a mí me corresponde cantar y componer temas sobre eso”. Su postura es la esperanza, como ese “Tren del Cielo”, que “nos remonta a ese tren terrible que pasa en nuestro país, pero hay que llevarlo a donde podamos pensar en algo más positivo. “Es un momento difícil en México, es difícil ver la problemática social del sindicato, en mi tierra, pues yo vengo de Oaxaca, los maestros”, plantea Lila sin dejar de sentirse “entre la espada y la pared” cuando le piden su postura al respecto a la actuación de aquellos: “Es difícil opinar porque no conocemos a fondo las propuestas de los maestros, porque dentro del sindicato hay muchas corrientes, y muchos de ellos son presionados por otros motivos; a veces no están de acuerdo con los líderes. “Ha habido también algunos casos de crímenes, y los líderes han tomado partido y muchos maestros no están de acuerdo con eso. Es un tema muy complejo. Por una parte, estoy muy triste, pero por otra parte también muy serena, en el sentido que esa unión sí trae problemas, pero finalmente representa algo importante en nuestro país”. Regresando al tema de la migración, Lila Downs se suma a esta “ola” de manifiesto en la que están agrupaciones y artistas como Los Tigres del Norte o Manu Chao: “Crean esa conciencia, esa preocupación que debe llegar a los que litigan, a los que hacen las leyes, porque a lo mejor si no leen, aunque sea sí oyen un corrido”, asevera riéndose. Respecto a su compromiso social como artista, Downs lo asume, pero sin desgarrarse las vestiduras: “Yo tiendo a ser un poquito más de izquierda, pero… ¡ay!… a veces es tan pesimista la izquierda, que me duele, porque yo quisiera ser positiva sobre ciertos temas”. La recién ganadora del Grammy y triunfadora internacionalmente, quiere ver el otro lado de la moneda: “A veces hay opiniones generalizadas, por ejemplo, que todos los indígenas sufren y tienen pobreza. Es un término que no es correcto porque es un estereotipo que la gente –muchas veces de izquierda- trae en la cabeza, y es muy importante como indígena mostrar que también hay cosas positivas que pasan en el mundo, en la cosmovisión, en la mirada del futuro, en la fe, en la tradición, en tantas cosas; el arte nos permite hacerlo. Por lo tanto, no creo tanto en la política, y creo más en el arte”.