Monseñor Eduardo Ackerman, director del periódico “Presencia”, escribió un extenso editorial (22/28 sep/13), en que da cuenta de un “congreso” en Madrid de más de mil personas, que en realidad no llegaron a quinientas, muchos de ellos no sacerdotes y menos teólogos, pero sí de los impulsores del “progresismo socialista”. Algunos de sus temas fueron: rehabilitación de la exigencia de justicia… que ésta vendría a ser prueba de la autenticidad de la iglesia… para reivindicarse dentro de las demás iglesias… reconocimiento de la opción por los pobres, etc. Enseguida viene la definición de “teología”. Que es “natural” el que se den dentro de la Iglesia, tendencias, por ejemplo: “integrismo, liberalismo, progresismo, tradicionalismo, derechismo e izquierdismo”. Toma por parejo y afirma que estas expresiones son “tendenciosas y reductivas”, cuando que S.S. Pío X hizo la declaración que “el socialismo es incompatible con la Iglesia”, y que ésta “no puede ser revolucionaria, sino antes bien tradicionalista”. Recordemos que la manera de concebir a la sociedad, por el socialismo (dijo él), “se opone diametralmente a la verdad cotidiana”. Por qué no aceptar, Monseñor, que el “socialismo cristiano” va contra la propiedad privada y la libertad, lo cual propicia el Estado totalitario. ¿Acaso desconoce Usted que la “teología de la liberación”, causó enorme división dentro del catolicismo; que esa “teología” fue fundada por los “modernistas” y retomada por Gregorio Lemercier e Iván Illich en Cuernavaca, ampliada por Helder Cámara, Méndez Arceo, Ertze Garamendi, Enrique Maza, Samuel Ruiz (verdadero “comandante” zapatista), por otros más? ¿Qué antes, y desde Francia no lo fue acaso Teilahrd de Cardin, con su materialista “Cristo Cósmico”? Pero aún más atrás: la “teología de la liberación” abrevó en el relativismo, positivismo, hedonismo y antimarianismo. Tal como bien lo calificó el historiador Celerino Salmerón, esa tendencia es “comunismo rociado con agua bendita”; la cual viene a renovar su exigencia de “un cambio de estructuras” en el libertinaje. Fue por ello que el Concilio Vaticano I declaró: “La Iglesia tiene el derecho de proscribir la falsa ciencia, a fin de que nadie sea engañado por la falsa y la sofística”. El Vaticano II aclaró más de raíz: “Los papás, tienen, deben reconocérseles como los primeros educadores de sus hijos”. El Papa Paulo VI alertaba a que: “Sin Dios todo puede llegar a ser (en apariencia) ilícito”. Lo anterior, porque el liberalismo engendró el laicismo; y según Pío IX: “El laicismo es la apostasía de la sociedad moderna”. León XIII, desde 1884, decía: “La Iglesia… siempre ha condenado expresamente las escuelas neutras”. Muy mal se presenta, en la editorial señalada, que la “teología se nutre del mismo Evangelio”, pues nuestro Salvador Jesucristo de ninguna manera se reduce a un simple tratado de sociología. Él establece, con diáfana claridad, que “más importante es la vida, que el alimento; y más el cuerpo que el vestido”. Méndez Arceo, por ejemplo, en “congreso” similar realizado en Chile, denominado “Cristianos por el socialismo”, demandó que “la Iglesia deje de ser contrarrevolucionaria y oportunista, de quedarse atrás en los procesos sociales” (1971). Opuesta a tal apostasía es la razón humana, no contaminada pues nos privan del conocimiento natural de Dios, y el laicismo-liberalismo produce siempre violencia. Chardin se declara evolucionista, atribuyendo a la dizque “santa materia la energía que produce la vida”, esto también contra la razón y la Revelación. Insiste en que “Cristo es un factor psíquico de la evolución”, coincidiendo con el concepto masón y gnóstico del “arquitecto del Universo”. Chardin anunció su “religión de la evolución”, atacando al Magisterio del sumo Pontífice (1965). La espiritualidad nunca será anacrónica, pero Enrique Maza escribió (14/oct/70): “Yo sí acepto al ley del divorcio”, y fue respaldado por Méndez Arceo. Otro que se burló de la Santísima Virgen María lo fue este prelado, al declarar: “Yo hablo con sinceridad del bondadoso Marx”. “La evolución ya ha hecho mucho camino, Darwin no fue el primero, la mayor parte de los científicos no creen actualmente en que haya existido una sola pareja” (Adán y Eva). “Si Cristo es nuestro Padre, la Virgen es nuestra abuela”. El P. cismático, Porfirio Miranda, pretendía “conciliar la Santa Biblia con el comunismo” (Ver “Marx y la Biblia”). En otra obra éste hizo la apología del multiguerrillero “Che” Guevara así como del padre guerrillero Camilo Torres. Es muy oportuno recordar que “el origen del poder público debe buscarse en Dios mismo, no en la muchedumbre” (León XIII). Ya el Papa Juan XXIII recalcaba: “A Jesús hoy lo tememos y lo rechazamos todavía más, celosos como somos de nuestra soberana autonomía gnóstica, laicista y atea”. Y, quiérase o no, la auténtica teología es la ciencia de las ciencias. La de la “liberación” es otra versión progresista del “modernismo”-progresismo, que también llaman “aggiornamento”. Cómo, Monseñor, apoyarse en Méndez Arceo, cuando éste escribió: “La desacralización para el desarrollo”, y esto pretextando “amor al pobre”. ¿Acaso no fue esto lo que predicó el “comandante zapatista” Samuel Ruiz, en Chiapas, haciendo descender del 95% de católicos ahí hasta el 32%? El verdadero cambio, y muy razonable, viene como consecuencia de la caridad, que es la esencia del Reino de Dios. Busquemos primero el imperio del Señor y su justicia, y lo demás “vendrá por añadidura”. Y por favor, Monseñor, no involucre Usted al Papa Francisco I, entre los posibles seguidores de la repetida “teología de la liberación”. Él, como los demás pontífices, jamás ocurrirá en error doctrinario ni herejías, porque cuenta con la asistencia del Espíritu Santo”. Leandro Ortega Villaseñor – Tijuana, B.C.