Luego de saber los panistas, con números impresos, que Francisco Arturo Vega de Lamadrid había resultado triunfador de la elección a gobernador de Baja California el 7 de julio de 2013, en un hotel de la Zona del Río, tranquilamente departían y festejaban los cercanos al hoy mandatario electo, en una mesa reservada con su amigo y cercanísimo Santiago Creel Miranda. Óscar Vega, a quien nombraron coordinador de la campaña incluso antes que hubiese candidato, y hoy anda de aprontón tras un hueso estatal, vio su oportunidad de lucirse. Se levantó de la mesa y se comunicó por el celular con el ex Presidente Felipe Calderón Hinojosa. Le informó de la ventaja que favorecía a Kiko. Le dio la buena noticia azul, pues. Y cuando el becado en Harvard le dijo que le felicitara a Vega, Óscar decidió pasarle el celular al candidato que ya se veía triunfador. Cuando Kiko escuchó de su servil colaborador, quien estaba al otro lado de la línea, con señas le dijo que no se lo pasara. Pero era ya tarde. Óscar Vega no consideró que Vega de Lamadrid pertenece al ala más anti-calderonista que Creel puede representar. Por educación, el próximo gobernador del Estado de Baja California tomó el teléfono, escuchó algunas palabras del ex Presidente, solo para responderle, palabras más, palabras menos: “Así es, solo pude llegar a gobernador cuando ustedes se fueron”. Oscar Vega, como Condorito, casi sale volando por pies. Y todo, por acomedido.
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