“Vamos, hagamos un trato, un dulce contrato…”, canta la señora Amanda Miguel. “Ese pacto no es con Dios, un pacto entre los dos…”, canta Luis Miguel en uno de sus bellos boleros allá por 1996. Arribó a la Presidencia el candidato triunfante del 2 de julio, Enrique Peña Nieto; hablaron de pactos, negocios, pactos entre partidos, es y son las mismas marrullerías de siempre. Recordemos el pacto económico, “precio pacto”, se decía en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari. Pactos siempre los he escuchado, en cada sexenio. Pactos con el finado Miguel de la Madrid Hurtado, ¿y todo lo que nos hurtó? Solidaridad, estabilidad… pactos ya no nos impresionan, porque no dan resultado y no sirven. Necesitamos algo diferente de más de lo mismo, mejores tiempos. “La hora de México”, “Por México”, son frases viejísimas desde el Echeverrismo, el Diazordismo. Oímos, escuchamos y siguen los millones de pobres en los Estados Unidos Mexicanos. La neta, la veo difícil haga algo el mexiquense en seis años de mandatario. De pactos estamos hasta las sienes, hasta el gorro, lo he visto y vivido, y no mejora la calidad de vida de los habitantes más pobres de México. Tratos, firmas, pactos van y vienen y seguimos pobres. Por ello un pacto rápido se rompe y se olvida. Ojalá se haga realidad y haya resultados tan necesarios para los pobres, los asalariados, y no para la burguesía gubernamental que se acabó todo el presupuesto designado. Recordamos PROCAMPO, y más supuestos beneficios que no quedaron muy claros y quedaron con insípido sabor a engaño en esa época. Esperemos soluciones, pero con pactos, lo veo en dudas y poca credibilidad, en este país que no está nada bien. Todos lo sabemos, hasta un niño de preescolar lo sabe, y más los funcionarios que están en el mando gubernamental. “Lo saben, lo saben…”, dice una canción de La Sonora Santanera. Esperaremos y estamos en nuestro pleno derecho de exigir mejorías en todos los aspectos que agobian a los habitantes más necesitados del país. Leopoldo Durán Ramírez Tijuana, BC PD. Qué bonitas portadas de los libros de texto gratuitos. Horrografías que avergüenzan al culto.