Han transcurrido doce meses desde la peor noche en el ring de Julio César Chávez Jr. Perdió el cinturón que le había obsequiado el mandamás del CMB, José Sulaimán; también perdió por primera vez en su carrera, perdió la relación de trabajo con el famoso entrenador, Freddie Roach, perdió credibilidad en el ámbito deportivo por dar positivo después de la pelea y perdió unos cuantos billetes verdes. Este sábado 28 de octubre reaparecerá en Carson, California, para reanudar su carrera en los ensogados e intentar recuperar el orgullo que dejó en Las Vegas en 2012. Enfrente tendrá a Brian Vera (23-6, 14 KO), un don nadie con miras a convertirse en alguien por enfrentar a rivales con nombres conocidos. Viene de vencer a un devaluado y diluido Serhiy Dzinziruk, venció dos veces a un sobrevaluado Sergio Mora, fue derrotado por Craig McEwan, James Kirkland y perdió por decisión en la revancha con Andy Lee, a quien había noqueado tres años antes. Curiosamente, Vera llega con cuatro victorias consecutivas y fue elegido como la ofrenda de sacrificio para volver a elevar el mito de Chávez Jr. Por supuesto, las interrogantes morbosas girarán en torno a su aspecto físico, su motivación, la relación con su padre, el nuevo equipo de trabajo encabezado por Vladimir Baldenegro y el eterno problema del peso. Y, claro, el show de Julio padre en la esquina de su hijo. Chávez ha batallado con la báscula desde que peleaba en 147 libras y el rápido salto a 154. Con la inactividad, falta ver su apariencia durante el pesaje y su rehidratación del sábado para ver en qué condiciones se encuentra, o bien, si se está tomando en serio la profesión de boxeador profesional. Con la desilusión por la presentación reciente del “Canelo”, un Chávez triunfal por televisión nacional es justo lo que necesita el negocio del Júnior para volver a ser rentable y venderse como la figura mexicana del momento. Chávez Carrasco se tomará su tiempo, batallará si se prolonga el combate pactado a peso súper medio y terminará como de costumbre, con un púgil sin futuro contando relatos de una guerra épica sobre el ring. A menos que se presente una sorpresa y luzca como boxeador. La otra sorpresa, una derrota en su gala de regreso, no es posible. Al menos no cuando se trata de una función para lucir a figuras de Top Rank como Diego Magdaleno, Óscar Valdez y Matt Korobov.
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