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martes, octubre 1, 2024
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Distracción

Mario Lanza fue un gran tenor de los años cincuentas. Aparte de la ópera se popularizó apareciendo en notables películas. Nació en 1921 cuando murió Enrico Caruso, que todavía fue mejor. Un día escucharon a Mario en Nápoles. Creyeron que era la reencarnación del maestro Caruso. Maravilló. Entre tantos, a Lucky Luciano, el gran capo de la mafia, italiano de cuerpo entero y poderosamente avecindado en Nueva York, se encaprichó. Reclamó la dicha de ver y oír a Lanza en exclusiva. Ordenó a sus chalanes arreglarlo. El artista se negó. Luciano estaba como mujer embarazada: De antojo. Por eso fue a la casa del tenor. Oí una versión televisada: Discutieron en la escalera principal. El jefe de la Cosa Nostra trastabilló y cayó. A los pocos días, el tenor murió hospitalizado. Exactamente un 7 de noviembre año del 59. El dictamen médico fue “lamentable infarto”. Muchos no lo creyeron. Decían que “…Lucky Luciano ordenó matarlo”. Para taponear esa oleada de rumores, los doctores informaron lo que habían callado: El señor Lanza tuvo tres infartos entre octubre y noviembre de aquel 59. No soportó el cuarto. Este anuncio más o menos enderezó la creencia popular. En eso apareció el afamado boxeador italiano Rocky Marciano. Apesumbrado declaró a los periodistas en Nueva York “…Mario no murió de infarto. Lo mató la mafia”. Hoy, a 42 años y tres meses de aquella fatalidad, la versión rebasó la muerte de muchos testigos de 1959 y todavía se piensa: El corazón no falló. La mafia le atinó. Muchas veces la muerte de personajes sucede entre misterios y entonces desembocan en leyenda. Recuerdo cuando aquel octubre de 1967 emboscaron y mataron a Ernesto “Che” Guevara. Ni viéndolo en foto lo creían. De cuando en vez se publica “…fue visto en África”, o normalmente donde surge la guerrilla. Pero nadie lo ha comprobado. Jimmy Hoffa fue un poderoso líder del transporte en Estados Unidos ligado a la mafia. Un día lo secuestraron y jamás apareció. Dijeron que fue auto-desaparición o desaparecido por los Kennedy. Otro líder mexicano: Carlos Alberto Madrazo, abandonó el PRI luego de presidirlo. Estaba organizando un partido y por eso recorría el país. El 4 de junio de 1969 viajaba con su esposa de México a Monterrey se estrelló la nave en “Pico del Fraile”. Pocos aceptan una causa accidental. Encontraron la caja negra que registra voces y maniobras en todo avión siniestrado, pero nunca informaron sobre su examen. Por eso muchos siguen diciendo “…a Madrazo lo mandó matar el Presidente Gustavo Díaz Ordaz”, porque estaba causando gran intranquilidad política nacional. Nadie duda de su muerte. Pero muchos de la forma. Pedro Infante también murió en un accidente avionístico en 1957. De vez en cuando aparecen reportajes: “Sigue vivo”. Mujeres juran haberlo oído cantar “…aaaamooorrcito corazoooon…” pero nadie lo ha probado. Igual pasa con Elvis Presley fallecido en 1977. Revistas de escándalo en Estados Unidos imprimen normalmente una o dos veces por año que aún vive. Así, alimentan la creencia, enredan la leyenda y venden más ejemplares. Sobre John F. Kennedy todavía no se ponen de acuerdo. Le destrozaron el cráneo a balazos. Viajaba en un auto descapotado al llegar a Dallas, Texas en 1963. Formaron especialmente la Comisión Warren para investigar. Su dictamen confirmó como autor a Lee Harvey Oswald. Jack Ruby lo mató cuando le llevaban detenido. Y éste a su vez murió en prisión años después aumentando la intriga. Otros culpan a la mafia o cubanos mercenarios. Y en la película “JFK”, Oliver Stone dibujó dramáticamente un complot. Desechó la participación de Oswald y estableció que hubo dos tiradores a nivel de tierra y no desde lo alto de un edificio público. El candidato presidencial Luis Donaldo Colosio fue asesinado en “Lomas Taurinas” de Tijuana. Se cumplirán ocho años el 23 de este marzo. Ya desapareció la socorrida versión sobre cinco Aburtos. Terminó la suposición de “lo cambiaron en el vuelo de Tijuana a México”. Othón Cortés debió ser liberado al comprobarse su inocencia tras absurda acusación. Igualmente los señores Rivapalacio, Tranquilino Sánchez, Vicente y Rodolfo Mayoral. Todos acusados más por imaginación, protagonismo y perversidad. Legal y científicamente se demostró que solamente Mario Aburto disparó a Colosio. Otros suponen un complot del narcotráfico mezclado con funcionarios. Jamás lo han probado. El caso fue tratado periodísticamente con desaseo. Irresponsablemente. Hace días leí en un diario: “Ramón Arellano fue muerto en una emboscada, no en un enfrentamiento”. Esta frase abundó en falsedades. Primero, hasta el lunes cuando escribo estas líneas no había un dictamen oficial si es o no el capo. Luego, todo mundo sabe, fue un tiroteo circunstancial y no trampa. Oí también: El agente ministerial muerto por el supuesto Arellano, fue a su vez el asesino de los magistrados en la misma Ciudad de Mazatlán. En realidad, la policía encontró a los mafiosos el arma de tal crimen, una ametralladora. El agente solo llevaba una pistola. Curiosamente cuando toda la atención está centrada en si fue o no Ramón Arellano el muerto, surge con fuerza otra versión periodística: La bala que lo mató no pudo ser disparada por el agente. Suponen que otra persona lo victimó. Tal irresponsable versión, ni siquiera se trata de una hipótesis razonada. Más bien una perversa cortina de humo. Otros simplemente por decirlo, afirman que “cambiaron el cadáver de Ramón”. O “fue una trampa de la familia para hacer creer su muerte”. Es como el caso de Carrillo Fuentes. “El Señor de los Cielos”. Me dijeron “nos lo cambiaron y ni cuenta nos dimos”. “Un pariente lo vio nuevamente en Jerusalén” y cuando pregunté cuándo, fue el mismo día que otra persona me comentó “….pero si pasó cerquita de mí en Disneylandia”. En medio de toda esa oleada de suposiciones preocupa mucho eso de publicitar el nombre de un agente estadounidense como “el primero en darse cuenta e investigar“. Ni siquiera lo comprobaron con él. Es curioso: En lugar de preocuparse por identificar el cadáver, “destapan” a un hombre. Ignoran que simultáneamente grupos mexicanos de inteligencia estaban en lo mismo. Pero al agente extranjero, de todas formas lo colocaron desatinadamente como centro de tiro al blanco para la mafia arellanesca. Las versiones infundadas en los crímenes de personajes, empujan a la fantasía y a veces provocan hasta la muerte de terceros. Así sucedió con Amado Carrillo, Kennedy, Colosio y otros. En este asunto de Mazatlán se ve la intención de desviar la atención. Y atrás de todo se asoma la sombra de la recompensa. O es para el que lo mató sin saber quién era y murió. O es para quien investigó que era Ramón después de muerto. Tomado de la Colección “Conversaciones Privadas” de Jesús Blancornelas, publicado el 5 de marzo de 2002.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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