Un hombre entra a un bar con una avestruz detrás de él. Al sentarse en la barra el mesero le pregunta: — ¿Qué le doy, señor? “Deme una cerveza”. El mesero se dirige a la avestruz: — ¿Y a ti? “Cerveza también” El mesero sirve las cervezas y dice: — Son 80 pesos, por favor. El hombre mete la mano en el bolsillo y saca el importe exacto. Al día siguiente, el hombre y la avestruz vuelven. El hombre pide de nuevo cerveza y el ave pide lo mismo. De nuevo, el hombre mete la mano en el bolsillo y saca el importe exacto. Y así, cada tarde durante varios días, los dos vuelven al bar. — ¿Lo de siempre?, pregunta el mesero. “No. Para cambiar, voy a tomar un whisky doble”. La pájara replica: “Yo también”. — Hoy serán 150 pesos. De nuevo, el hombre mete la mano en el bolsillo y saca el importe exacto. El mesero no puede reprimir más la curiosidad: — Perdone, señor. ¿Cómo hace usted para sacar el importe exacto cada vez? “Bueno, hace años estaba limpiando el granero y encontré una vieja lámpara. La froté y se me apareció un genio que me ofreció dos deseos. Mi primer deseo fue poder pagar siempre lo que pida, simplemente metiendo la mano en el bolsillo y saliendo siempre el importe exacto”. — Bien pensado -responde el mesero-. La mayoría de la gente hubiera pedido un millón de dólares o algo parecido, pero así usted será rico mientras viva. “Exacto. Ya sea un cartón de leche o un Rolls Royce, el importe exacto aparece”. — Entonces, señor, ¿y el avestruz? “Ahí es donde la regué. Como segundo deseo pedí una chamaca bien ‘pollita’, de largas piernas…”. Autor: Un médico veterinario zootecnista.