Policías buscan a presuntos homicidas en Zona Norte Portando el uniforme azul de policía, el cuerpo del agente Raúl Ruiz Martinez quedó tendido con la cara al suelo, frente a su casa, en la calle Independencia de la colonia Castillo, Delegación Centro de Tijuana. Le dispararon con un revólver calibre .38, del lado izquierdo. Una bala entró en su cuerpo por un costado a nivel del tórax, el cuerpo también presentaba una protuberancia en la región clavicular derecha, producida por un proyectil. Inmediatamente la información empezó a circular al interior de la corporación. Ruiz había recibido amenazas, y sus compañeros refirieron tres casos recientes: 1. Cuatro meses atrás, una mujer traficante de indocumentados a la que apodan “La Gorda”, le advirtió que lo mataría. 2. Otro narcomenudista le había “advertido” por entablar relaciones con una meretriz que consideraba de su exclusividad. 3. Unas semanas antes del ataque, un hombre que explota una red de prostitución y “tienditas” dedicadas al narcomenudeo lo amenazó con que enviaría gente “para atorarlo”. Este último sujeto encabezaba la lista de sospechosos de la Procuraduría General de Justicia del Estado al momento de la integración de la investigación. Esta línea surgió después de varios interrogatorios con presuntos delincuentes, quienes aseguraron que, siendo policía, Ruiz Martínez prestaba sus servicios a la célula criminal identificada como “Los Pelones”, con una subordinación especial con el delincuente apodado “El Chupón”. Los primeros datos indican que en un operativo aparentemente menor, el policía “reventó” una de las casas de seguridad de este criminal, en la cual se decomisaron 10 mil dólares que no fueron reportados a las autoridades superiores, ni regresados al delincuente, quien aseguran, los reclamó. De amenazas y denuncias Respecto a si Ruiz Martínez notificó o no de las amenazas contra su vida, al interior de la corporación existen dos versiones: una, de los agentes que aseguran que su compañero solicitó permisos para portar su arma de cargo aunque no estuviera en servicio y se lo negaron; y otra, de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal, desde donde aseguran, Ruiz jamás pidió esa atención. Sin embargo, no negaron que pudo estar amenazado. Para los jefes de la Secretaría, el fallecido no se comportaba como un hombre amenazado: “De dos a tres días a la semana, acostumbraba pasar un tiempo de fiesta en bares de la Zona Norte visitados habitualmente por personas dedicadas a delinquir; si hubiera estado amenazado, ¿por qué se ponía en riesgo?”, plantearon. De acuerdo comentarios de sus compañeros, Raúl Ruiz Martínez era asiduo a los bares Karla y Mal Querida. El agente se había desempeñado como subjefe hasta hace dos meses, cuando incrementaron las denuncias “no oficiales” en contra de los mandos de la Zona Norte, acusados de extorsionar a los comerciantes establecidos y de ser protectores de los polleros, padrotes y vendedores de droga que delinquen en el primer cuadro de la ciudad. Los resultados de la Policía en esa zona también habían decrecido, y la vigilancia se había relajado. Empleados de la SSPM hicieron una indagatoria interna con resultados que, según investigadores, oficialmente no llegó a nada concluyente. Lo único reportado fue que “el modo de vida de Ruiz no correspondía a su sueldo, mantenía varias casas y gastaba generosamente en los bares de la zona de tolerancia”. Tampoco encontraron elementos para fincarle responsabilidad al jefe de la zona, pero igual, hubo remociones de mandos. “En los últimos dos meses, Ruiz no había encabezado ningún operativo trascendente, ni había reportado ningún captura importante”, y aunque ninguna de las denuncias en su contra fue probada, sus jefes desconfiaban de él. Consultados por ZETA, elementos de la SSPM explicaron que al interior de la Policía Municipal se está haciendo una investigación: “Desde las 7:30 horas del 21 de agosto de 2013, cuando se reportó el homicidio, estamos en operativo buscando a los presuntos responsables, hay una descripción de dos hombres y un auto”, quienes serían los autores materiales. De igual manera, se les informó de la identidad de la pollera y los traficantes que presuntamente amenazaron al agente Ruiz. Los buscan como posibles autores intelectuales. “Todos estamos buscando información”, aseveraron los policías entrevistados. El operativo se implementó, aunque los jefes tienen la versión de que el elemento asesinado tenía relaciones demasiado cercanas con algunos criminales de la zona, y que lo habían baleado por no cumplir algún tipo de compromisos. Les dijeron a los policías que más allá de si la conducta de Ruiz era o no la adecuada, se trata de dar el mensaje de que “en esta ciudad no se puede matar a un policía impunemente”. Contactado telefónicamente, el secretario de Seguridad Pública Municipal, Alberto Capella, se negó hablar de las amenazas o investigaciones internas en contra de Ruiz, y se limitó a reiterar lo dicho por los policías, la permanencia de un operativo de recopilación de información y búsqueda de los presuntos responsables. “Porque aunque estamos seguros de que no se trató de un ataque a la corporación, que es un tema personal de este agente, no vamos a permitir que asesinen policías sin recibir el castigo correspondiente”, advirtió el funcionario.