Rommel Moreno Manjarrez, procurador general de Justicia de Baja California, pasará a la historia no solo por completar los seis años de la administración de José Guadalupe Osuna Millán en tan delicado cargo, sino porque en tiempos modernos de exámenes de control, evaluación y confianza, se desempeñó sin tomar los exámenes. Dicen que cuando fue requerido en la Secretaría de Seguridad Pública Federal, a mitad del sexenio estatal que está por concluir, para que le fueran practicados los exámenes, Moreno Manjarrez solo alcanzó a realizar el médico; cuando le explicaron lo del psicométrico y el del polígrafo, salió corriendo de las oficinas de la SSPF y no se le volvió a ver por el lugar. Cuando el gobernador pidió explicación a la graciosa -y preocupante- huida del procurador y la negativa a ser examinado, el abogado respondió con otra pregunta evasiva: “Y a los que me examinan, ¿quién los examina?”. Y no se habló más del asunto. A estas alturas, ya para finalizar sus seis años de procurador, los exámenes le han sido requeridos de nueva cuenta, especialmente porque de la aprobación de los mismos, dependen recursos federales de los que siempre hacen falta. Pero nada, el procurador estatal se niega a presentarlos. ¿A qué le temerá? Los mal pensados en el Gobierno del Estado refieren que a la luz de las preguntas y el sonar del polígrafo, podría evidenciarse su relación con Jesús Quiñones, su funcionario que fue en la Procuraduría y actualmente detenido en los Estados Unidos por presuntamente haber servido al Cártel Arellano Félix cuando funcionario era. ¿Será? Finalmente, la última palabra para que el procurador se someta a los exámenes, la tiene el gobernador Osuna Millán.