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martes, octubre 1, 2024
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Mala señal

Enrique Peña Nieto, el Presidente de México, ha concentrado todo su esfuerzo y capital político en sacar adelante las reformas “estructurales” que los últimos tres presidentes de la República no pudieron efectuar. El priista se ha olvidado de la inseguridad, minimiza la violencia, les da un paliativo a los pobres, mientras consiente a quienes, cree, le serán útiles para lograr su propósito: los dirigentes de los partidos integrados al Pacto por México, PAN, PRD, PRI. Solamente que el mandatario ha dejado de lado a un sector: la sociedad mexicana afectada que hoy le da la espalda. Feliz porque le aprobaron su reforma educativa luego de investigar, perseguir y procesar a Elba Esther Gordillo Morales, no contaba el Presidente -es evidente por los resultados- con que los “trabajadores de la educación” le tomarían las calles de la Ciudad de México, los recintos legislativos y algunas importantes plazas, como el Zócalo y de la Constitución, generando un caos social en protesta por las leyes reglamentarias a la reforma educativa, particularmente aquellas correspondientes a la evaluación de los maestros. Los agremiados a la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación, se reunieron por miles –dejando a cientos de escuelas y millones de estudiantes sin la instrucción académica en cinco estados, Yucatán, Michoacán, Oaxaca, Chiapas y Guerrero–, y sitiaron no solo los accesos a la Cámara de Diputados primero y a la de Senadores después; también de hoteles, negocios, comercios, casas y otras zonas del Distrito Federal. Ante el caos urbano con la manifestación social, los legisladores improvisaron sedes alternas para sesionar y fueron de igual manera perseguidos. Comerciantes y hombres de negocios se han quejado de las pérdidas económicas que representa la paralización de las compañías por la toma de los maestros, mientras muchos actos políticos, deportivos, culturales y sociales, han debido ser cancelados o pospuestos, porque simple y sencillamente, los maestros manifestantes han tomado no solo las calles. Peor aún, han secuestrado la vida activa de una sociedad, al limitarle la movilidad, el tránsito en calles capitalinas. Con esa sola enseñada de músculo movilizador por parte del CNTE, dado que los agremiados al SNTE están más controlados por el gobierno de Peña que otra cosa, aparte que la sociedad canceló sus salidas y actos, el Poder Legislativo dio marcha atrás. Cedieron. Fueron abatidos. Se rindieron. Se doblegaron y, en términos políticos, fueron arrastrados por el magisterio. Recularon a su decisión y agenda de analizar y votar los mecanismos de evaluación del personal docente del país, cuando los manifestantes no quieren que ello suceda y hasta condicionan su salida definitiva de los accesos a las cámaras a que no se apruebe la Ley del Instituto Nacional de Evaluación Educativa, y las reformas a la Ley General de Educación. Por el momento, la Cámara de Diputados perdió. Ni Peña, ni su pacto, ni sus líderes de partido, ni su súper secretario de Gobernación, pudieron apagar el fuego político del magisterio para concluir la reforma educativa con su ley general.  El repliegue político de la Cámara y de los partidos que la controlan, y de la Presidencia que los aglutinó en el Pacto por México, ante las manifestaciones que han sacado de control la vida cotidiana en la Ciudad de México, es una muy mala señal para el futuro político de Enrique Peña Nieto. Si no ha podido sacar adelante su reforma educativa, con el SNTE a favor y con la disidencia en contra, ¿cómo podrá controlar a la izquierda, a sus seguidores y a los mexicanos que no quieren que se modifiquen las reglas para el funcionamiento de PEMEX, que permitan la inversión privada? Lo que sucedió el miércoles 21 de agosto, cuando agobiados por las presiones de los maestros manifestantes y el arrinconamiento en sedes alternas, los diputados dieron marcha atrás en su intención de aprobar los reglamentos para la evaluación de los docentes, es de dar pena, y es el ejemplo que el Legislativo y el Ejecutivo están dando a otros inconformes: tomar la ciudad, sus calles, sus recintos, lo cual significa lograr que den marcha atrás, que pongan en pausa las reformas, o que abran la puerta a la negociación. En estas condiciones, minadas las cámaras, vilipendiado el Pacto, enfrentados los líderes de los partidos, ocupado el secretario de Gobernación en otros asuntos, y empeñado Peña en sus reformas, llegamos al momento en que vienen las propuestas de cambio que muchos están esperando para manifestarse: la fiscal, la energética, la política. Total, ya se demostró esta semana que no hay cámara ni gobierno que aguanten el escarnio y la toma de calles y avenidas. Mala señal, muy mala.  

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