No son una típica orquesta de cumbia que viste de traje y corbata, por el contrario, la ropa deportiva engalana su actitud punk, pero su personalidad y hablar los delata. Lo curioso es poder conjugar los ritmos de la cumbia e imaginar músicos chilenos reconstruyéndola a su estilo, haciendo “harta fiesta”, despidiendo aliento alcohólico, con sed de celebrar; pero preocupados por la educación, los derechos y problemas sociales. Oriunda de la Villa Alemana, situada a unos cuantos kilómetros de la costa de Valparaíso, la banda Chico Trujillo, compuesta por Aldo Asenjo, Michael Magliocchetti, Juan Gronemeyer, Víctor Vargas, Sebastián Cabezas, Rodolfo Fuica, Luis Tabilo, Joselo Osses, Leo Ruiz y Patricio Quilodran, encabeza un movimiento sonoro en Chile que responde a la necesidad primordial de bailar: Nueva Cumbia Chilena. “Se piensa que porque no vivimos en Trópico, ni en el Caribe, y tenemos clima frío, no hay cabida para la cumbia, pero se baila más que la cueca (baile nacional)”, mencionó Juan Gronemeyer a ZETA, para agregar que su estilo combinado con punk, dub, bolero, y reggae, fue seguido por bandas como Chorizo Salvaje, Anarquía Tropical, Banda Conmoción, Pate Cumbia y Combo Ginebra. “La prensa se encargó de rotular nuestra revitalización, o nueva versión de la cumbia que iniciamos en 1999, de ahí varias bandas nos siguieron los pasos. Nosotros más bien bautizamos la cumbia de ‘chilombiana’, un poco jugando con la referencia de una planta de marihuana de semilla colombiana, pero crecida en Chile, que fue muy popular en los 80s; entonces tomamos el concepto porque pasa lo mismo con la cumbia”, explicó. Según el músico, la diferencia entre la cumbia colombiana y la de Chico Trujillo es que la de los colombianos es folklórica, orquestal y elegante, mientras que la de ellos es desordenada, entre el límite del rock y la cumbia, pero mirando siempre hacia el lado cumbiero “humilde y campesino”. “Nuestros acordes son simples, con guitarras, bajo, batería y metales, con construcciones parecidas al ska y reggae, pero con la célula rítmica colombiana”, aseguró el baterista, quien junto a su banda acumula títulos discográficos como “Chico Trujillo y la Señora Imaginación”, “Fiesta de Reyes”, “Cumbia Chilombiana”, “Plato Único Bailable”, “Chico de Oro”, “Vivito y Coleando” y “Gran Pecador”. Contexto gestor de la cumbia chilombiana Sin declamación política o social, Chico Trujillo se ha hecho camino involucrándose en los movimientos sociales de su país, rehaciendo un sonido fuera de su contexto, alejado de línea del Ecuador y aislado de Argentina por la Cordillera de los Andes, y separado al Norte por uno de los desiertos más áridos del mundo. “Somos como europeos dentro de Sudamérica, fríos, pero somos la excepción, nos gusta la fiesta, hay un renacer de ella porque durante el gobierno militar de (Augusto) Pinochet estuvo prohibido, la fiesta fue reprimida. Con los toques de queda eras sancionado, no podías salir de tu casa, estuvimos imposibilitados, hubo una mutilación cultural y de pasarlo bien durante muchos años, y ahora renace todo, la bohemia nocturna y las hartas celebraciones”, destacó Gronemeyer. “Nuestra música, los escenarios, son los momentos perfectos en los que se demuestra esa necesidad de fiesta, de música bailable, de esas ganas”, precisó el integrante de Chico Trujillo, quien asegura, no les preocupa la venta del disco ni las descargas digitales, sino que en Chile la crisis haya provocado el cierre de locales como Halcón Víctor Jara, La Fonda Permanente y Las Tejas, de Santiago, donde su agrupación llegaba a tocar tres o cuatro veces al mes. Gran pecador “Acabamos de editar ‘Gran Pecador’ en México. Es un disco que grabamos entre Santiago y Nueva York, en un estudio análogo, antiguo, vintage, de cinta de carrete. Grabamos un bolero (‘Fuera de mi Vida’), tiene un sonido muy porteño, agradable, de cortarse las venas”, indicó Juan, a la par de subrayar que la temática mantiene la esencia de combinar los clásicos colombianos reversionados con mezclas propias. “Este disco sabe mucho a vino tinto, y a vino navegado (vino tinto hervido con rodajas de naranja, canela y azúcar). Incluimos un tema surrealista (‘Caliéntame la Sopa con un Hueso’), muy chileno que habla de una mujer que puede excitarte, pero al final no quiere nada, sólo te ‘calienta la sopa’. También anexamos ‘La Fiesta de San Benito’, que grabamos para un álbum tributo que se hizo para la banda chilena Inti-Illimani”.