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miércoles, octubre 2, 2024
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En la poesía de Saúl Ibargoyen

El reconocido escritor uruguayo presentó en el Centro Estatal de las Artes de Tijuana su poemario más reciente,titulado “Perro de Soledad”. “Más allá de que haya centros de enseñanza, universidades, etcétera, hay un empobrecimiento del idioma”, expresa a ZETA el poeta

 

Por segunda ocasión, Tijuana tuvo el privilegio de contar con la presencia del poeta Saúl Ibargoyen. La primera vez fue en 2009, cuando compartió un taller de poesía en el Centro Cultural Tijuana (CECUT).

De manera tal que, cuatro años después, en 2013, Ibargoyen regresó el viernes 16 de agosto a esta ciudad, a la Sala de Usos Múltiples del Centro Estatal de las Artes (CEARTE), para ofrecer una lectura de su obra creada a lo largo de seis décadas.

Un centenar de personas escuchaba al autor que leía poemas de “El Poeta y Yo. 1956-2000” (Ediciones y Gráficos Eón, Universidad de Tijuana, Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, New Mexico State University, 2003), y hasta de “Perro de Soledad”, su poemario más reciente, publicado este año por Editorial Verso Destierro.

Ibargoyen es autor de 72 libros, entre ellos 55 poemarios, ocho novelas, una obra de teatro infantil, dos libros de ensayos, por mencionar algunos, “por eso estoy tan flaco”, bromeaba el escritor vestido de negro, con su clásica boina clara.

Poeta, novelista, ensayista, dramaturgo, cuentista, traductory periodista cultural nacido en Montevideo, Uruguay, en 1930, pero exiliado político en México desde 1976, Saúl Ibargoyen también dictó cátedra en torno al lenguaje y la poesía:

“Una de las responsabilidades de los poetas es cuidar el sistema de la lengua como un sistema ecológico, del cual el propio poeta forma parte. Y en todo sistema ecológico hay limpieza y hay suciedad, así se han ido formando los idiomas en la historia de la humanidad. Actualmente hay seismil lenguas, dialectos, la mayoría de los cuales no tienen escritura, no tienen representación gráfica, lo cual no quiere decir que ahí no exista lo que llaman poesía”.

El poeta, cuya obra ha sido traducida a más de diez idiomas, lamentó el apuro que hay hoy en día por el reconocimiento en medio de la “velocidad social”:

“Yo he sido jurado muchas veces y me he encontrado con los mismos libros. Hay un apuro, que pude ser muy personal,porque más o menos todos somos un poco ansiosos, pero ese apuro viene también de la velocidad social”.

 

“Hay un empobrecimiento del idioma”

 

En su visita a Tijuana, Saúl Ibargoyen, de 83 años de edad,también se dio tiempo para conceder una entrevista a ZETA.

Para empezar, el reportero le propuso al poeta que evocara su niñez:

Recuerdo casi todo, a partir de los tres años, más o menos, que es lo que yo recuerdo. En el año 34, por ejemplo, vivíamos la familia ahí en las afueras de la ciudad de Montevideo, era una zona donde había plantíos de viñas, sobre todo, viñedos, árboles frutales. Yo recuerdo que por ahí por esos tiempos, yo vi pasar con gran sorpresa y temor el Graf Zeppelin. Graf quiere decir ‘conde’ en alemán, y Zeppelin es el que inventó ese monstruo metálico que funcionaba no sé con qué gas, que recorría grandes distancias, y yo lo vi pasar. Yo era muy chiquito, pero la imagen la tengo todavía aquí; yo tenía cuatro años”.

Esto significa que las imágenes que Usted recuerda de niño, ¿influyeron primero o antes que las lecturas en su formación como poeta?

Yo creo que en la formación de un poeta cabe todo, las rosas, el excremento, el cielo, la tierra, las lombrices, los elefantes, las personas, los movimientos sociales, un autobús que pasa por una carretera, una niña orinando en la tina en aquellas imágenes populares. Todo eso influye.

“Yo pienso que a veces la poesía no es nada más que un intento de recuperar metafóricamente nuestros sucesos de la infancia, de alguien que ya no es un niño, y eso origina mucha angustia, hablo a título personal, porque yo no puedo recordar como niño, lo que yo quiero recordar: El niño que fui recuerda lo que fue ese niño”.

¿Cómo fueron sus primeros acercamientos a los libros, sobre todo a la poesía escrita?

Mi mamá siempre decía versos de Amado Nervo, además,yo experimenté mucho la influencia de la poesía del tango, en la letra del tango hay mucho de lo que se llama poesía, grandes letristas que son poetas, pero poetas de tango, así como hay poetas de bolero o corrido; y eso también se fue acumulando históricamente, digamos, sin que uno perciba porque era lo de todos los días. En mi casa había siempre música, mi papá tocaba el piano, tocaba la guitarra, todos oíamos; mi mamá tocaba la mandolina, mi hermana tocaba muy bien, así que había mucha música, reuniones familiares, con sus musicalizaciones. O sea que primero por el oído entró la poesía, no por la lectura, que me parece a mí que es lo más importante, la oralidad”.

— ¿Cómo trastoca lo cotidiano en el proceso creativo del poeta Saúl Ibargoyen?

Lo que sucede con lo cotidiano es que es la parte más importante de la vida. Es como pensar que para escribir hay que ir a las palabras; no, hay que ir a la cultura material, porque hay una cultura espiritual y una cultura material, la cultura material para llegar a la cultura espiritual. Eso es lo que yo pienso, yo lo digo con mucha convicción, no es más que una manera de pensar, cómo digo la verdad, hasta el mentiroso más grande puede tener una parte de verdad.

En consecuencia, la separación que se hace, que es falsa, entre la poesía y el arte en general, de tal manera que funcionen paralelas a lo cotidiano, eso hace mucho daño, porque los grandes logros de la humanidad se han hecho abajo. La dimensión no es nada más lo espiritual, donde entra todo el pensamiento, la filosofía, la religión. Es un reflejo del ser, la conciencia forma el ser, lo que quiere decir, de manera más amplia, sale de la vida, de la experiencia, de la especie humana a lo largo de los miles de años. De ahí sale la conciencia, pero el asunto siempre es abajo, del barro, como dice el tango, donde el barro se subleva.

“Otro de los grandes asuntos que tenemos que ver, entonces,es qué lugar ocupa la poesía en la vida de cada uno, si es un elemento que se confunde, que se entremezcla con las cuestiones cotidianas”.

Entonces, ¿cuál es la función del poeta?

“Luchar contra el mal uso del idioma, desde los políticos hasta los comentaristas deportivos, pasando también por el empobrecimiento genérico del lenguaje, más allá de que haya centros de enseñanza, universidades, etcétera, hay un empobrecimiento del idioma y no solamente en este país. Si tú haces un estudio sobre la cantidad de palabras que usa cada persona naturalmente cada día, te vas a asombrar del vocabulario, eso es una realidad.

“Hace muchos años se hizo un trabajo de ese tipo en la ciudad de Río de Janeiro, con una serie de muchachos que andaban así, negros marginales: ninguno utilizaba más de 200 palabras, cómo van a desarrollar el pensamiento si no tienen vocabulario. Es lo que le pasa a los jóvenes poetas que quieren escribir y han leído poco, y entonces no saben decir las cosas y recurren a ‘alma mía, mi corazón…’. Recurren a la repetición superficial, pero que otro ha dicho”.

¿Cómo es el proceso creativo de Saúl Ibargoyen al momento de escribir poesía, tomando en cuenta la realidad cotidiana?

Sobre eso hay más de una opinión, yo pienso que a veces en la poesía no hay tema. Tú puedes ir a un tema o el tema viene a ti; en la poesía no hay tema, la vida lo sabe muy bien. A veces es simplemente una pequeña angustia, una molestia espiritual, un cosquilleo intelectual, una memorización muy chiquitita; puede ser alguna época en tu vida, puede ser que estás sufriendo por algo que todavía no apareció. Uno a veces se adelanta con el dolor, sufre por anticipado, todo eso puede motivar la escritura, y puede convertirse también en un tema”.

— Luego de una extensa trayectoria y después de escribir novela, poesía, cuento, ¿qué le interesa a Saúl Ibargoyen en cuanto a creación literaria?

Bueno, a mí me interesa más la novela, en la novela caben muchas más cosas de otra manera, a mí la escritura narrativa me permite también utilizar los procedimientos de la poesía, incluso hay algún libro, de cuentos sobre todo, que le hicieron una crítica: que había demasiada poesía con relación al desarrollo, a lo que se contaba. Después de todo, ‘La Ilíada’ te la puedes leer como una novela, o ‘La Odisea’, pero ése es un tema de conferencia”.

— Finalmente, después de Perro de Soledad, ¿qué está escribiendo o qué va a publicar Saúl Ibargoyen próximamente?

“Acaba de salir una novela en Uruguay ‘Llorar Pa’Delante’ (Editorial Abrelabios, 2013), es una novela de contenido político, sobre todo, una crítica a la guerrilla uruguaya de los años sesenta, setenta, que no es una crítica amable, y además ahí se mezclan otros temas que tienen que ver más bien con una concepción de la literatura, de cómo se maneja el autor y cómo se manejan los personajes.

“Y salió también hace poco una reedición de un libro que se llama ‘El Escriba de Pie’, es un poema largo, que tiene que ver con un viaje a Egipto, el título es ‘El Escriba de Pie’ porque los escribas egipcios estaban sentados, es un poco también simbolizar la actitud del poeta, la verticalidad, cuánto le costó a la especie humana llegar a la verticalidad.

“Hay otro libro que va a salir en Guanajuato, se van a imprimir cinco mil ejemplares para regalar en el Cervantino, porque Uruguay es el país invitado. Es un libro de poesía de varias épocas, que se llama ‘Gran Cambalache’. Es un libro que se fue haciendo así como se hacen las cosas, se llama ‘Gran Cambalache’ porque ahí hay de todo, hay poemas largos, hay poemas escritos con motivo de viaje a la Corrillera del Sur, hay Haiku. Hay una mezcla, hay de todo, por eso le puse ‘Gran Cambalache’.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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