Ahí estuvieron, en el mismo escenario, el alcalde Enrique Pelayo y su tesorera municipal, María de Guadalupe Beltrán. Hincados, pidiendo misericordia, arrepintiéndose de sus pecados. Por supuesto que no lo estaban haciendo ante la población de Ensenada, a la que constantemente y a lo largo de la administración, han engañado, mentido y ocultado información. Y de nuevo lo hicieron, ante Jesucristo. Sí, el mismo al que le entregaron las Llaves de la Ciudad en septiembre de 2012. Se hincaron frente a su imagen durante la primera misa oficiada por el nuevo Obispo en la comuna, Rafael Valdez Torres. En primera fila, por supuesto, apareció el polémico y regordete alcalde Pelayo, acompañado por su esposa, la tesorera Beltrán, y otra larga lista de funcionarios municipales y estatales, entre los que destacó Francisco García Burgos, secretario general del Gobierno del Estado. La tesorera hasta se formó para saborear la ostia, los funcionarios se tomaron de las manos, rezaron y se saludaron con aparente alegría. ¡Caramba!, casi nos convencieron.