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jueves, septiembre 19, 2024
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Don Gabriel José de la Concordia García Márquez

Engalana la biblioteca de casa un excepcional ejemplar de –para muchos– su obra maestra: “Cien años de Soledad”.  Lo único, peculiar, inmejorable de esta particular novela es que está firmada, además decorada con una flor dedicada a mi amada hermosa, personalmente por el ganador del premio Nobel de literatura en el año de 1982, Don Gabriel García Márquez.  Obviamente es uno de los muchos libros del gran “Gabo”, apócope con el que se le conoce a nivel mundial, que enriquecen ese espacio, otro entre tantos, lo considero muy especial puesto que es la primera edición de “El amor en los tiempos del cólera”, por cierto mi favorito, y obtenido gracias a la generosidad de mi amigo el Lic. Arturo Castro, tijuanense avecindado en la Riviera Maya que sabrá Dios dónde lo consiguió.  Tuve el privilegio de conocer a Gabriel García Márquez una insuperable noche en la casa del entonces Secretario de Turismo a nivel federal, el Lic. Rodolfo Elizondo, hace más de un lustro. Fue el primer Nobel al que le estreché la mano y tuve la oportunidad de charlar con él, desarmándome por la sencillez que solo pueden tener los genios, los sabios.  Novelista, cuentista, guionista, escritor, pero sobre todo periodista, es el creador de la frase que encierra su máximo amor por esta profesión al bautizarlo como “El mejor oficio del mundo”. Fundador del “Realismo Mágico”, publica su primera entrega literaria, “La Hojarasca”, a la edad de 27 años, lleno de espléndida ficción y desbordante fantasía donde su narrativa nos atrapó para siempre, como toda su vasta y magnífica bibliografía.  Intelectual ligado íntimamente a la izquierda hace de su cercanía a Fidel Castro Ruz un verdadero estandarte de amistad entrañable y defensa controversial a los credos que dan sustento a la Revolución Cubana, logrando ser un baluarte como nadie, de las posibilidades futuras de esa hermana nación. Con casas en París, Bogotá y Cartagena de Indias, ha hecho de su residencia en nuestro país un verdadero santuario de paz y armonía donde radica desde hace mas de medio siglo, sin olvidar por un solo instante su añorada Aracataca en Colombia, donde vio la primera luz un memorable 6 de Marzo del año 1927, sin dejar de lado otro de sus grandes afectos: Barranquilla, lugar donde contrajo matrimonio en el año 58, con el amor de toda su vida, Doña Mercedes Barcha Parda, colombiana con antecedentes egipcios y que seguramente es su máximo soporte en la vida, el trabajo y su sublime existencia, que además le obsequió sus otros dos grandes amores, sus hijos Rodrigo y Gonzalo.  La grandeza es un concepto que no se logra instantáneamente, ni mucho menos con una sola publicación, toda una eternidad ha tomado a Don Gabo convertirse en uno de los escritores más admirados, respetados y reconocidos en la historia de la literatura latinoamericana y universal, sin embargo los personajes esculpidos con carne, sangre y huesos, como Úrsula y José Arcadio Buendía, Fermina Daza y Florentino Ariza además de los destinos de Macondo y La Manga nos despertaron sensaciones a todos sus lectores que no conocíamos y que nos fueron guiando en esos espacios desbordantes de emociones que solo un ser humano con su nivel de sensibilidad nos podría haber inculcado, nos podría haber planteado, jamás un solo escrito sembró tanto, logró tanto, enseñó tanto, de ahí, lo excelso del talento indiscutible del idolatrado Maestro.  La crudeza y lo descarnado de su documentación en “Noticia de un secuestro” nos demostraron que Don Gabo no se ha sustraído jamás de su realidad, goza y sufre con sus creaciones, pero en esta narrativa terrible de la realidad, en este obsequio que nos llena de angustia y dolor, también nos informa y nos obliga a integrarnos y a sentir la necesidad de pelear, de luchar por la justicia y obtenerla para la tranquilidad y la evolución.  Con 86 años de vida Don Gabriel García Márquez se convirtió en un ícono de la expresión, de las palabras, de las letras, infinidad de premios y reconocimientos ha recibido por todo el planeta  por su legado magistral, que lo acercan a la inmortalidad de los apellidos que le antecedieron como Cervantes, Saramago y Paz, con los que la comparación solo lo enaltece en su infinita y valiosa inspiración.   Hasta siempre, buen fin.            

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