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miércoles, octubre 2, 2024
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De haber sabido

Un joven  novicio llega al monasterio. La  tarea que se le asigna es la de ayudar  a los otros monjes a  transcribir los antiguos cánones y reglas de la Iglesia. Se sorprende de que esos monjes efectúen su labor a partir de copias y no de  manuscritos originales. Va a ver al padre abad, le explica que si alguien hubiese cometido un pequeño error en la primera copia, ese error se propagaría a todas las copias posteriores y de generación en  generación. El padre abad le explica: “Hace siglos que  procedemos así,  y copiamos a partir de  la copia precedente,  pero tu puntualización  es buena, hijo”. A la  mañana siguiente,  el padre abad desciende  a las profundidades del sótano del monasterio, a una caverna donde están  preciosamente conservados los manuscritos y  pergaminos originales, donde hace siglos nadie ha puesto los pies, ni abierto los cofres que los contienen. Se  pasa allí la mañana entera, después la tarde, la noche, sin dar señales de  vida. Las  horas pasan y la preocupación crece  hasta el  punto en que el joven novicio se decide a ir a ver  qué es lo que pasa. Baja y  encuentra al padre abad completamente ido, con las vestiduras desgarradas,  la frente  ensangrentada,  golpeándose sin parar  la cabeza contra los venerables muros. El joven monje se  precipita sobre él y le pregunta: — Padre abad, ¿qué le  sucede? “¡Aaahhh! ¡¡¡Caridad!!! ¡Caridaaad! Eran  votos de “CARIDAD” lo que teníamos que  hacer… ¡no de CASTIDAD!”.   Autor: Ex seminarista.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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