Cecilia Suárez no deja de trabajar. Se le nota cansada, tiene hambre pero sigue atendiendo las dudas de sus alumnos. Da consejos e indicaciones mientras intenta mascar un poco de la manzana verde que sostiene en su delgada mano. Despide a algunos y se queda con otros por media hora adicional, al horario del taller de “Desarrollo y Construcción de Personajes”, que impartió del 15 el 18 de julio en el Salón 2 de Ensayos del Centro Cultural Tijuana (CECUT). Es su penúltimo día del seminario intensivo y el agotamiento es evidente. Ya pasan de las nueve de la noche y su única petición es ir a descansar. Sin embargo, entre el trajín que transcurre en el salón blanco, se abre camino y accede a concederle tiempo a ZETA, explicando sus razones: “Salgo molida pero yo le tengo mucho cariño al Semanario ZETA porque, en particular, mi hermana y yo montamos una obra hace ya muchos años de la que fuimos productoras. Era texto de un actor chicano que se llama Octavio Solís, titulado ‘Santos y Santos’. Una obra sobre narcos, y precisamente Don Jesús Blancornelas nos asesoró sobre las mujeres en el narco. Estamos muy agradecidas con él, así que, bueno, en respuesta a eso concedo la entrevista a esta hora”. <p align=”left” class=”p” style=”margin: 0cm 0cm 0.0001pt;”>Hace pausa y muerde la manzana que había estado paseando. Luego prosigue a charlar sobre “Love Song”, obra a la que llegó tras la salida de Leticia Fabián: “Es un texto que me parece brillante, te diviertes un montón pero al mismo tiempo te conmueve, y esa combinación me parece fresca, rica, disfrutable en el teatro. Tenía muchas ganas de trabajar con amigos, de tener un montaje en familia. Ésa fue realmente la razón del bomberazo, no soy fan, te roba el proceso delicado y de filigrana que implica hacer teatro, que es lo que más me gusta, pero lo sigo disfrutando aun así”. Incorporada al elenco desde noviembre de 2012, para el papel de “Julia” -mujer que impone por su carácter atípico-, Suárez terminará temporada con el proyecto luego de las dos funciones que ofrezca en la Sala de Espectáculos del CECUT. El motivo, otra puesta en escena con la que ya inició ensayos en la Ciudad de México. Sin tener autorización para dar detalles de con quién trabajará, solo adelantó que “el montaje y tema es muy complejo. Muy demandante física y mentalmente”. La obra de John Kolvenbach, descrita por su director Ignacio Flores de la Lama como “uno de los textos contemporáneos más rescatables en términos de diversión y entretenimiento puro, pero también de carácter filosófico”, al parecer de éste, se acerca a lo que llama “el elogio a la locura, donde no necesariamente los cuerdos son los que están bien y donde se requiere una dosis de insanidad para vivir plenamente el amor”. El también tijuanense Luis Rosales, Pablo Cruz Guerrero y Karla Souza, completan el elenco. Para la actriz de la película más taquillera en México, su papel de “Ana” -mujer que llega a mover la vida interior de “Harry” (Pablo Cruz Guerrero)- es un “catalizador que rompe la rutina y las máscaras que uno pude llegar a tener consigo mismo”. Pero también, una catarsis que sorprende arriba y debajo del escenario. “Me ayuda a adentrarme en un personaje completamente distinto al que tenía en ‘Nosotros los Nobles’, me da gusto poder sorprender a la gente con este tipo de personajes, que vean que tengo un abanico más grande, que hay más cosas que traigo dentro. El teatro es de donde nace mi pasión, donde empecé en Inglaterra después de estudiar allá, lo primero que hacía eran obras, siento que es lo mejor que uno puede hacer después de un éxito así de grande; poner los pies en la tierra y otra vez tener a la gente enfrente en vivo”, comentó Souza. El teatro y su profesionalización Trabajar frente o detrás de los escenarios, es más que un oficio para el dramaturgo Flores de la Lama, implica dedicarle la vida a contar historias y disfrutarlas. Gozar al punto de sentir que no se está ejerciendo. Para lograrlo en la mejor manera, el esfuerzo previo es necesario: “Todo está orientado a tu realización y al gusto de hacer aquello por lo que has consagrado tu vida, y yo podría decir que ése es mi caso, estoy feliz de dedicarme a lo que me dedico, no me imagino la vida de otra forma que no sea contando historias”, expresó, y asegura que en el teatro, “hay una línea muy sutil entre lo personal y profesional, donde le tenemos un cacho al corazón y otro a la conciencia”. Con la dualidad puesta sobre la mesa, Cecilia Suárez también apuntó otros dos escenarios en el quehacer nacional: “En todos los momentos ha habido actores que se preparan académicamente y actores que no. Actores que conciben la actuación desde otro lugar que tiene que ver con ser famoso, salir en la ‘tele’ o ese tipo de cosas y actores que realmente se abocan a la búsqueda de mundos ficcionados. De contar historias y ser de alguna manera los comentaristas de nuestro presente”. Justamente por tener formación actoral, la figura de cintas como “Sexo, Pudor y Lágrimas”, “Un Mundo Maravilloso” y “Párpados Azules”, ha hecho énfasis en bases de la disciplina. “Tuve la fortuna de entrenarme académicamente y de caer en manos desde mi punto de vista excelentes maestros de actuación, eso me ha hecho una devota absoluta de la parte académica de lo que hacemos. Me parece fundamental no nada más porque te enseña técnica, sino porque te da herramientas precisas y concisas. Te cuestiona sobre el tipo de actor que quieres ser, fundamentado en qué y por qué quieres serlo. Creo que genera actores con una mayor conciencia de su quehacer, como hacedores de teatro dentro de la comunidad a la que pertenecen”, detalló quien también ha llevado su taller de actuación a sitios como Guadalajara y Monterrey. Aconsejando que un actor joven deba intentar todo tipo de papel para descubrir cuál le va y apasiona más, sabe que el crecimiento profesional es una constante evolución para redefinir prioridades. A sus 41 años, expone su caso: “Estoy en un punto en el que estoy consciente de los años que me han costado el construir un lugar en el que yo me pueda habitar como actriz y me siento contenta con lo que he construido como carrera. En donde tengo la convicción clara de las cosas que me interesan para acercarme actoralmente y las cosas a las que no. Creo que el hecho de convertirme en madre redefinió un montón de cosas, aclaró cosas en mí como persona y como actriz. Para mí abrir esta puerta de la docencia, que desde hace mucho tenía esta inquietud, pero había algo que me decía que todavía no estaba lista, que me tenía preparar más y estar más segura, finalmente se abrió y ha sido un deleite. Es una bendición una master class de poder ver el trabajo de la gente que toma el taller. Siempre conmovedor, impresionante, aleccionador, divertido, lo disfruto enormemente”. Que el actor aprenda a protegerse para saber hasta qué punto es pertinente la exposición, sin incurrir en actos gratuitos que lo puedan lastimar, o bien, saber cómo hacer un diagnóstico de lo sucedido si pasa, son parte de las técnicas que Cecilia Suárez comparte con los inscritos a su taller, con “el objetivo de tener a un actor consciente de los riesgos que toma”. El teatro mexicano Con pocas puestas en escena en gira y menos número con historias atrayentes para los espectadores, el teatro en México se ha convertido en un entretenimiento relegado en su mayoría. Para el director de “¡En Esta Esquina!” y “Suave que me Estás Matando”, esa lectura parte de un desglose en negativas largo y con trasfondos que no duda en señalar: “Los enemigos a vencer son muchos, por un lado podríamos hablar de instituciones con presupuestos limitados, también funcionarios con poca sensibilidad para la distribución y aplicación de ese presupuesto. Por otro lado, las pocas iniciativas privadas para poder hacer el teatro, porque el de pequeño formato lo vemos con gran frecuencia, pero el de grande formato hay pocos productores que se quieren arriesgar. Otro elemento pudiera ser la conquista de públicos, sucede que hay un público al que no hemos logrado conquistar… Es un problema multifactorial, no podría decir que sea solamente la federación, el estado, el gremio teatral, el público, la economía la inseguridad. Creo que es todo junto lo que ha dado como resultado que el teatro no siempre esté integrado a las dinámicas de la comunidad, y creo que eso es una dinámica de todos”. Lejos de que la parte institucional sea un bloqueo al teatro, Cecilia Suárez considera que propicia estar en un lugar cómodo que deriva de las problemáticas nacionales: “Tiene que ver con personajes que han permanecido en un status específico dentro de la cultura en México, que permanecen ahí por décadas y décadas. Eso no quiere decir que no merezcan ese lugar, sino que teniéndolo, su obligación sería también promover otro tipo de cosas y no estacionarse en su propia visión. El confort, los dinosaurios o elefantes blancos que al dedicarse a la cultura no tendrían por qué ser figuras míticas”. Así, señala que la deficiencia notoria es que “seguimos careciendo un poquito de teatro experimental. Que nos hace falta investigar nuevas avenidas sobre cómo contar esas historias”. Su postura es similar a la de “Nacho” Flores, que dice, “tenemos que encontrar nuevas formas de contar las mismas historias”. Hoy viernes 19 de julio a las 7:00 pm, la actriz presenta “Nos Vemos Papá” (Lucía Carrera) en la Cineteca Tijuana. La función, con costo de 100 pesos, es en apoyo al crítico de cine Gustavo García, que sigue delicado de salud. Finalmente, el sábado 20 de julio, Suárez concluye actividades en Tijuana con “Love Song”. Después, quizá por fin tenga tiempo de descansar.