Muchos dicen que las orejas son retazo de toro, pero no es así; si no se cortan, no se abren las puertas de ningún coso. En las plazas de primera categoría es obligación de un diestro conseguirlas, ya que son decisivas y definitivas en su carrera. Las orejas se adquieren a pulso, que no es lo mismo a que se regalen por amistad, interés o misericordia. Es total facultad del Juez de Plaza, tomar esa determinación. Hay que recordar que los regalos, en la mayoría de los casos, vienen envueltos en problemas. Si hay algo debidamente auscultado en la ciudad de Tijuana, son las corridas de toros. En el Reglamento Taurino vigente, el Artículo 63 señala: “Se otorgará la oreja cuando después de una labor meritoria del espada, una notoria concurrencia así lo solicite justificadamente agitando pañuelos. La otra oreja, se entrega cuando a razón del Juez, la labor del participante haya sido brillante y lo amerite”. Las orejas son tan importantes a grado tal, que Joselito Adame, Diego Silveti y Arturo Saldívar, se adjudicaron cada uno un auricular en Las Ventas de Madrid 2013, y hoy los tres están colgados de los cuernos de la Luna. Ellos lograron la hazaña que hace trece años conquistó la primera figura Eulalio López “Zotoluco”, en el sagrado recinto de la calle de Alcalá. Los mexicanos mostraron plenamente una enorme capacidad y raza, dejando constancia que el arte del Toreo, es la mejor universidad. El fin de semana anterior, por primera vez en muchos años, no hubo un solo festejo en nuestro país, por ello los coletas que tienen ese privilegio, se refugiaron en el campo bravo que es el laboratorio de los toreros. Cortar orejas en la Plaza México, Tijuana, Guadalajara, Monterrey, León, Tlaxcala, Querétaro o Aguascalientes, es un suceso; como lo es figurar en los carteles. Por ello los matadores que pisan las plazas de primera, llevan encima la responsabilidad de salir avantes y con la añorada victoria, porque es ahí donde surgen los contratos, están los reflectores y las personas importantes. En ocasiones las orejas no cortadas, son premiadas con flores, pero los apoderados, empresarios, ganaderos y espectadores, se sienten defraudados, porque es mucho el dinero que se invierte, al igual que horas y horas de entrenamiento para que en el momento que se enfrentan con un escenario de tal magnitud, resulta que el matador pincha. Dejar ir los triunfos no tiene justificación, de ahí proviene la desilusión. Una tarde como quiera pasa, y mientras no se haga costumbre, el matador es matador, ése es su título que indica ejecutar toros. Por pinchar en Madrid, a Joselito Adame cerró a los mexicanos la puerta grande, todas las esperanzas estaban puestas en él, la faena fue monumental y de gran plan, pero todo se derrumbó con el acero. La espada es todo. Hay que cortar las orejas y triunfar siempre. arruzina@gmail.com