La idea de proponer una sede olímpica binacional San Diego-Tijuana pareciera más un acto de propaganda política de los actuales alcaldes Bob Filner y Carlos Bustamante, que un verdadero trabajo de promoción a la infraestructura deportiva, misma que no existe para eventos de magnitud en ningún lado de la frontera. Mientras hay quienes piensan en la gran oportunidad de dar a conocer la ciudad ante los ojos del mundo y lo divertido que sería tener unos Juegos Olímpicos en casa, el uso de la lógica puede matar el sueño. Si bien, las ciudades sede se han auxiliado de localidades aledañas, en ninguna ocasión ha sido necesario atravesar una línea divisoria hacia otro país. Solo pensar en las dificultades de transporte público es suficiente para no dar el voto a favor de una idea tan descabellada. Después la deuda pública, Tijuana aún no se recupera del Programa Integral de Repavimentación (PIRE), y San Diego sigue pagando los estragos de los boletos garantizados para tener transmisiones televisivas de los partidos en casa de los Cargadores, además de la deuda pública no relacionada con deportes. La construcción del Parque Petco y la ampliación del Estadio Qualcomm también fueron un golpe a la economía del condado vecino. Por si fuera poco, ni siquiera hubo ganancia económica después de su último Súper Tazón en 2003. En los últimos años, ejemplos de éxito son los Juegos de Barcelona 1992 y Sidney 2000. El modelo de Barcelona es el que más alegrías ha dado a una ciudad organizadora y se considera un ejemplo de rentabilización. El secreto del éxito estuvo en la obra civil: su capacidad de estructurar la ciudad. Años después, Pekín siguió este modelo, Londres tuvo un impacto menor y un beneficio económico mayor (26 mil millones), y Río 2016 espera obtener los resultados de la ciudad española basándose, otra más, en el modelo catalán. El costo total de los Juegos de 1992 fue de 6 mil 728 millones de euros, y su impacto económico, de 18 mil 678 millones. Barcelona dinamizó su turismo, remodeló su ciudad y tuvo un gran impacto internacional, a pesar de suponer un golpe importante para las arcas del Estado y la Comunidad de Cataluña. Por eso, Barcelona sigue siendo hoy en día el mejor ejemplo de renovación urbana y crecimiento turístico (pasó de 1.7 millones de visitantes en 1992, a casi 8 millones en 2007) después de unos Juegos. En el otro lado de la moneda están los tres casos más claros de fracaso: Montreal 1976, donde los Juegos resultaron un desastre financiero que aún siguen pagando sus ciudadanos; Atlanta 1996, queriendo organizarlos sin apenas impacto urbano, infraestructuras y donde, además, hubo un atentado; Atenas 2004, donde falló la organización y hubo mucha corrupción. Este último caso es el más llamativo, ya que muchos analistas conciben el origen de la actual crisis económica de Grecia a los Juegos Olímpicos de 2004. Y tomando como ejemplo nuestro país, los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011, costaron 8 mil 672 millones de pesos, más de la mitad de ese dinero fue aportado por el gobierno de Jalisco. El resto fue cubierto por el Gobierno Federal, el gobierno municipal de Guadalajara y los propios ingresos generados en la justa deportiva. Del costo total de los Juegos, más de 3 mil millones se destinaron a infraestructura deportiva, mil 97 millones a la construcción de la Villa Panamericana, mil 700 millones al desarrollo logístico de eventos, mil 428 millones en equipamiento e infraestructura alrededor de los complejos deportivos; y el resto en promoción, gastos de operación, seguridad, transporte aéreo y estudios y proyectos. Recientemente se pidió un aplazamiento del pago de la deuda por 20 años. Seguridad en los Juegos Un evento tan grande como una fiesta deportiva internacional, amerita un fuerte dispositivo de seguridad. En el caso de una sede binacional, implica algunas dificultades de logística y diferencias legales, pues Estados Unidos y México no cuentan tienen constituciones y leyes diferentes. Lo que en un país puede ser legal, como portar armas, está prohibido en otro país. Además, en Estados Unidos los presuntos responsables son inocentes hasta que se demuestre su culpabilidad. En México, es a la inversa. El simple hecho de interpretar las leyes según el lugar donde se encuentre físicamente el visitante, es suficiente para dar pie a multas y arrestos por ignorar la ley. Tan solo el procedimiento de cruce fronterizo es distinto de un país a otro. También quedaría pendiente resolver si el personal de seguridad es policiaco, militar o privado, y qué tan distinto sería de un lado de la frontera a otro en armamento, capacidad y el número suficiente de elementos.