Llega un tipo lo más de borracho a las tres de la madrugada a su casa, mete la llave despacio sin hacer ruido, para no despertar a su mujer. Pero la mujer lo está esperando y, cuando abre la puerta, prende la luz. Al verse descubierto, el borrachín empieza: — ¡Qué! “¡Qué de qué!”. — Qué de qué, o qué… “Qué de qué, o qué de qué”. — Qué de qué, o qué de qué, o qué… “Qué de qué o qué de qué, o qué por qué…”. — Qué de qué o qué de qué, o qué por qué pues qué. “¿Dónde andabas?”. — No, no, no… ¡no me cambies la conversación! Autor: Un cantinero.