Hoy siendo ya un hombre, tuve un sueño de niño, que me regresó en el tiempo, a vivencias y recuerdos infinitos, entre ellos la figura de un hombre al que le llamé pa, papá, padre y papito; un hombre entonces fuerte como un roble, que admiré siempre por su oficio, pero principalmente por su honradez, lealtad y valía. Ese hombre ahora tiene el cabello blanco y le falla una rodilla, pero su corazón es el mismo, el que conocí yo de niño, cuando le decía pa, papá, padre y papito; sé que algún día partirá y que ya no podré ver su sonrisa, su cabello peli cano, su nariz afilada, su delgadez heredada, pero principalmente su compañía; Y entonces vendrán las lágrimas, lo sé, pero no serán de tristeza, serán de alegría por el tiempo, que Dios me lo prestó, mientras tanto lo disfruto, lo visito y lo quiero, y aunque ya no soy un niño, le sigo diciendo pa, papá, padre y papito; Atentamente. Ricardo Hernández Gómez Tecate, Baja California Correo electrónico rhdezgom@prodigy.net.mx