Hermanados más que nunca, los dirigentes del Partido de la Revolución Democrática y del Partido Acción Nacional, emprendieron, arreciaron y direccionaron una campaña contra el candidato a Gobernador por parte del Partido Revolucionario en Baja California, Fernando Castro Trenti. En efecto, Gustavo Madero y Jesús Zambrano salieron buenos para la ofensiva, mientras el dirigente nacional del PRI ni siquiera ha volteado a ver a su candidato bajacaliforniano ya no digamos para defenderlo, para acompañarle en una campaña de forma y fondo. Fernando Castro Trenti se ve apocado. Se ve afectado, se siente dolido, y se percibe perdido. El discurso inaugurado por Madero y Zambrano con la ya pegajosa frase de campaña “Si le dicen el diablo por algo será”, le dio directo al corazón político al priista. El apodo que antes promovía para causar acaso temor entre sus pares políticos dentro y fuera de su partido –una vez llegó a la ridiculez de usar una camiseta con “una hermosa diabla” y hacer esa declaración– hoy le pesa a Castro Trenti, y es el centro, aparte de las muchas sospechas sobre su actuar, de la campaña que lo tiene sumido en la depresión política electoral. Siendo Baja California el único de los catorce estados donde se celebran elecciones, que renovará el Gobierno del Estado, y estrenando en esta entidad una alianza de dos partidos considerados grandes como lo son el PAN y el PRD, será en esta región donde el pacto promovido por Enrique Peña Nieto entre los dirigentes de los partidos, se rompa. El Pacto por México, una suerte de oficial mesa de concertaciones y negociaciones entre partidos para empujar las reformas de Peña en el Poder Legislativo, se ha visto vulnerado en varias ocasiones. Siempre por cuestiones electorales. La primera ocasión, a escasos días de haber sido oficializado, los panistas denunciaron la utilización del programa Cruzada por el Hambre y los recursos y el personal de la Secretaría de Desarrollo Social federal, a favor del PRI en el estado de Yucatán. Madero amenazó con abandonar el pacto sino se investigaba y castigaba a los responsables, pero lo que logró fue un agregado al acuerdo donde el Presidente, el secretario de gobernación y los partidos, se comprometieron de palabra a respetar las elecciones en los estados, a sacar las manos de los procesos y a no utilizar los recursos para promoción de sus candidatos. Obvia decir que la palabra de político, así quede notariada al estilo Peña, es más débil que una pluma al viento; cuando de ganar el poder se trata, tanto candidatos como dirigentes olvidan los acuerdos y se concentran en la guerra electoral. Con los ojos puestos en los estados donde se celebrarán elecciones el 7 de julio, los perredistas también han denunciado los abusos y la intención que ven en la Secretaría de Desarrollo Social, de utilizar recursos y programas a favor de los candidatos del PRI. Incluso denunciaron penalmente a la titular Rosario Robles. En Baja California han señalado la intromisión del PRI en el órgano encargado del proceso electoral. De cómo los priistas influyen en las decisiones del Consejo del Instituto Estatal Electoral y Participación Ciudadana, y cómo lograron meterse hasta la base misma de los consejos distritales para controlar el día de la elección, el desarrollo de la misma. Lo anterior ya lo denunciaron Madero y Zambrano, y ante los dados cargados a favor del PRI en el órgano electoral, emprendieron una campaña directa y certera contra Fernando Castro Trenti, mientras este candidato, solo (bueno, lo ha acompañado Manlio Fabio Beltrones, pero digamos que este sexenio no será el del sonorense), sin asesoría adecuada, sin escuchar a alguien, y carcomido por el señalamiento público, no ha sido apoyado ni por su dirigente ni por su presidente de la República. El pacto nacional se rompe en Baja California, donde el PAN y el PRD vuelven a atizarle al PRI como oposiciones que son, y como en democracia es válido. Ahora es de esperar, que venga la respuesta del PRI, del nacional. A ver qué pasa.
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