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domingo, octubre 6, 2024
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Seguir jugando entre el lodo

Hace ocho días escribía sobre lo mucho de ficción que hay atrás de los afanes persecutorios y aparentemente sancionadores del Estado en contra de uno de sus miembros más corruptos, la maestra Elba Esther Gordillo, pero que, en verdad, la máxima lampedusiana de que “Todo cambie para que todo permanezca”, ha sufrido con el Estado mexicano de hoy una modificación sustancial, pues ella dice ahora: “Que nada cambie para que todo permanezca”, pues eso garantiza así que las relaciones de poder en el ámbito social no se van a modificar. Tan no se van a modificar que nada, nada absolutamente de las trapacerías múltiples generadas desde las oficinas de gobierno de administraciones surgidas de todos los partidos políticos ninguna, virtualmente, es hoy todavía motivo de castigo ni siquiera de denuncia a través del ministerio público. La PGR es tan sólo un apéndice político del Ejecutivo, que es, hoy otra vez, quien decide en este país qué se hace y qué no. Al respecto, Joaquín Bohigas el lunes escribió aquí mismo la cancelación virtual de la participación ciudadana en la vida pública, la que puede seguir regodeándose en el lodo (como hoy lo hacen los diputados del Congreso del estado), sin que nadie se preocupe en denunciar esas conductas ilícitas. Triste, la verdad, pero bien lo marca en su libro más reciente, La nueva razón del mundo, Christian Laval cuando escribe: “La lógica de la competencia que rige el modelo neoliberal (…), alcanza (…) directamente a la vida personal de cada individuo que dentro de este sistema se ve obligado a establecer relaciones de tipo capitalista consigo mismo y con los demás”. Es decir, la lógica neoliberal se ha apropiado también de las conciencias individuales y por esa razón toda crítica que pudiera surgir de ese ámbito hoy se encuentra cancelada y el fango, de hecho, también se desborda hasta allá: todos, todos absolutamente, por acción u omisión, somos corruptos, convirtiéndose en casi imposible en este mundo contemporáneo del país emprender acciones que provoquen la desaparición de esa lógica perversa del neoliberalismo. ¿Cuánto cuesta al país la corrupción generalizada que hoy se manifiesta? Virtualmente, el total del producto interno bruto (PIB) se genera desde ese mar de fango y por ende el total de ese producto es el costo que el país paga, lo cual implica que todo lo que producimos paga el costo de la corrupción. ¿O algún día veremos acaso que Bueno Torio, Javier Fox Quezada y César Nava; Carlos Romero Deschamps, Marcelo Ebrard, todos los involucrados en la privatización del alumbrado público en Ensenada y todos los que aprobaron el cambio de uso de suelo para instalar la desaladora en vecindad con La Lagunita y una larga, larguísima lista de servidores públicos más, serán castigados como corresponde? ¿De qué sirve pedir peras al olmo?   El autor es profesor jubilado y miembro de Democracia Popular Correo: gomeboka@yahoo.com.mx

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