De manera tradicional corrompida por el crimen organizado y el narcotráfico, la Policía Federal, sobre todo la asignada a Baja California, ha tenido los reflectores precisamente por los malos pasos que ha caminado. Los sitios de resguardo de los Federales han sido balaceados, los ciudadanos les temen porque los han extorsionado, amenazado y hasta secuestrado. Lo mismo los han denunciado ciudadanos que empresarios. En su labor de investigación, prevención y operativos, algunos elementos se salvan y han contribuido a la captura de narcotraficantes y al aseguramiento de droga. Pero en las siguientes semanas y como política del gobierno de Enrique Peña Nieto, el escenario cambiará. Los Federales ya no perseguirán criminales ni confiscarán drogas. La corporación será transformada en una policía de proximidad, que cuide calles y carreteras federales, que prevenga el delito y ayude al ciudadano. Que vaya feliz en patrullaje. La pregunta sin respuesta es: ¿Quién entonces, por parte de la Federación, será el cuerpo policíaco de ataque contra los criminales? Los 250 policías federales ministeriales asentados en Baja California, poco se sabe… y lo que se conoce, vaya. Por cierto, esta policía federal en Baja California tiene nuevo comandante, se trata del comisario Antonio Gutiérrez Lugo, quien apenas está en su etapa de presentación. Será cuestión de esperar para conocer sus filias y sus fobias.